6 de noviembre de 2011

MARIO ROBERTO ÁLVAREZ_Q.E.P.D.

Buenos Aires, 14-11-1913 - 05-11-2011




Murió Mario Roberto Alvarez, el arquitecto más prestigioso del país

Por Miguel Jurado para El Clarín


Entre todos los rasgos que definen a un gran arquitecto, Mario Roberto Alvarez además tuvo la virtud de la longevidad. Falleció ayer, nueve días antes de cumplir 98 años. Con él desaparece una personalidad singular y quizás el arquitecto más importante de la Argentina. Hasta el año pasado, fue elegido por sus colegas como el más prestigioso del país en la encuesta que realiza Diario de Arquitectura.


Alvarez es autor de cientos de edificios entre los que figuran el Teatro y Centro Cultural San Martín, la Bolsa de Comercio, el puente de Juan B. Justo, el Edificio IBM, la torre del Banco Galicia, la Torre Le Park, el edificio del Standard Bank en Puerto Madero y los hoteles Hilton y Continental, solo por nombrar los más conocidos.


Nacido para liderar, Mario Roberto Alvarez se permitió (y se propuso) tener una productiva trayectoria, la que construyó desde cero. En 1937 egresó de la Facultad de Arquitectura de la UBA con Medalla de Oro, distinción que antes había conocido al egresar del Colegio Nacional Buenos Aires.


Sin los contactos que en esa época resultaban imprescindibles para trabajar de arquitecto, el joven Mario recaló en la Municipalidad de Avellaneda después de viajar durante casi un año (gracias a un premio por su desempeño universitario). En Europa tomó contacto con la vanguardia que ya abrazaba en la facultad y se forjó el perfil de arquitecto moderno que tuvo hasta sus últimos días.


Inteligente, agudo, organizado y simpático cuando quería, Alvarez convirtió a su nombre en una marca que simboliza eficiencia y austeridad. Pero Alvarez fue un innovador en muchos sentidos. Cuando empezó su carrera profesional, la modernidad era una virtud poco valorada. El mismo contaba que uno de sus primeros clientes le pidió una casa de estilo. Como no podía convencerlo de hacer otra cosa, el joven arquitecto desarrolló dos proyectos, uno moderno y otro de estilo. Al presentarlos, logró convencer a su cliente.


Para tener una idea de las condiciones culturales de su época basta con saber que el edificio de la Fundación Eva Perón (hoy Facultad de Ingeniería, en Paseo Colón 850), se terminó de construir en 1955. Alvarez había diseñado su genial Teatro San Martín dos años antes. Mario Roberto solía decir: ”Tengo pocas ideas, pero las respeto”, una sentencia que intentaba ocultar su brillo como proyectista, el mismo que lo llevó a ganar decenas de concursos. En su estudio lo llamaban “Jefe”, sus comentarios eran cortos, respetuosos, precisos. Era un profesional a la antigua, de los que tratan de usted a los colegas.


Tal vez su máxima innovación no se vea en sus obras sino en la organización que creó para hacer arquitectura: una máquina eficiente y enérgica como nunca se vio. Digna de otras latitudes, donde la arquitectura tiene menos de la imprevisibilidad del artista y más programación. Hábil armador de equipos, sacaba lo mejor de cada uno y predicaba con el ejemplo: llegaba primero y se iba último.


Hace dos años, Diario de Arquitectura de Clarín le hizo un breve cuestionario que contestó en el acto y lo pinta de cuerpo entero. Le preguntamos cuál es su virtud y contestó: “La honestidad”. Qué odiaba más: “La mentira”. Cuál es su frase favorita y dijo: “Conteste sí o no”. Al terminar le preguntamos cuál consideraba la mejor edad para un arquitecto. Pensó un poco y dijo: “De los 50 a los 102”. No nos podemos quejar, lo tuvimos bastante tiempo y nos dejó mucho de que aprender. Sus restos serán enterrados hoy en Jardín de Paz.
(Miguel Jurado para El Clarín)

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