Playa Cerro Colorado, Cerro Azul, Cañete - Perú. 2010-2011
Colaborador: Sebastián Cillóniz
Un terreno plano, en medio de una playa de gran extensión, supone establecer estrategias para preservar la intimidad en relación al vacío actual del paisaje desértico y a la densidad futura del condominio.
Se establece un recinto como “acto fundacional” de la casa, ocupando la totalidad del lote en largo, ancho y altura máxima permitida, estableciendo un prisma que es luego excavado para crear el espacio de vida, un gran plano horizontal de vida cotidiana.
Sin la necesidad de cobijo y de protección de la intemperie que nos regala nuestro clima, la arquitectura se libera y las opacidades y transparencias son dispuestas para dar siempre la impresión de que estamos en un lugar más grande de lo que es. Esta “dilatación espacial” se cuida de guardar la intimidad del habitante, modulando su amplitud para propiciar una diversidad de uso de sus ambientes.
El espacio así creado se libera creando diagonales que permiten dilatarlo, generando un paisaje interior que “captura” el paisaje natural enmarcándolo con una gran viga suspendida que define uno de los lados del recinto.
Se establece una relación reciproca entre el espacio íntimo y el espacio capturado que es operada por el observador. La casa se propone entonces como un instrumento que propicia el dialogo entre el ser humano, la arquitectura y el paisaje, resignificándolos con esta acción.
Un universo de espacios ambiguos habitan el recinto: exteriores cerrados, interiores abiertos, exteriores íntimos e interiores extrovertidos se suceden en una secuencia dictada por múltiples recorridos posibles que son determinados por los usos, las actividades a lo largo del día y de la noche y los usos no previstos por los habitantes.
Se establece un recinto como “acto fundacional” de la casa, ocupando la totalidad del lote en largo, ancho y altura máxima permitida, estableciendo un prisma que es luego excavado para crear el espacio de vida, un gran plano horizontal de vida cotidiana.
Sin la necesidad de cobijo y de protección de la intemperie que nos regala nuestro clima, la arquitectura se libera y las opacidades y transparencias son dispuestas para dar siempre la impresión de que estamos en un lugar más grande de lo que es. Esta “dilatación espacial” se cuida de guardar la intimidad del habitante, modulando su amplitud para propiciar una diversidad de uso de sus ambientes.
El espacio así creado se libera creando diagonales que permiten dilatarlo, generando un paisaje interior que “captura” el paisaje natural enmarcándolo con una gran viga suspendida que define uno de los lados del recinto.
Se establece una relación reciproca entre el espacio íntimo y el espacio capturado que es operada por el observador. La casa se propone entonces como un instrumento que propicia el dialogo entre el ser humano, la arquitectura y el paisaje, resignificándolos con esta acción.
Un universo de espacios ambiguos habitan el recinto: exteriores cerrados, interiores abiertos, exteriores íntimos e interiores extrovertidos se suceden en una secuencia dictada por múltiples recorridos posibles que son determinados por los usos, las actividades a lo largo del día y de la noche y los usos no previstos por los habitantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario