Costa Rica, 17 de abril de 1919 - México, 5 de agosto de 2012
Ya no gastes en remedios
ya mis fuerzas van mermando
ponme mi vestido blanco
Tata Dios me está llamando...
"Dirán que este 5 de agosto ha muerto en Cuernavaca, Morelos, Isabel Vargas Lizano, nacida en 1919, natural de Costa Rica, referente de la canción mexicana, amiga de grandes artistas del siglo XX, cantante de oficio y dueña de un sentimiento que conquistó ambos lados del Atlántico. Pero la verdad es que Isabel Vargas Lizano, mejor conocida como Chavela Vargas, la voz que trascendió rancheras, boleros, corridos revolucionarios, tangos y canciones cubanas para forjar un estilo dulce y desgarrado, hondo y bravío, macho y femenino… la verdad es que no ha muerto, solo ha comenzado esta noche de agosto su balada inmortal." Salvador Camarena para EL País,
Hace días que veníamos pensando intensamente en ella, las noticias de lo de delicado de su salud eran cada vez menos esperanzadoras, y entre lo que no puede decirse nos preparaban para este desenlace. 93 años, varias vidas vividas, daba lo mismo lo que cantara, la potencia de su voz hacía que calara hondo en nuestro corazón, en nuestras emociones. Conseguía algo especial, nos hacía llorar riendo, disfrutar de la tristeza. Tan Mexicana como Americana, consiguió comunicar al mundo uno de los valores más profundos de nuestras culturas, esa íntima relación con la muerte, con lo oscuro, con el dolor, como hacen nuestros hermanos en los funerales, o en el día de Todos los Muertos.
A Chavela la conocí de la mano de un gran maestro, me enseñó a inspirarme con su canto, a atrapar a esas musas escurridizas con la potencia de su voz. Chavela aparecía cuando el día empezaba a menguar, y nos acompañaba en la profundidad de la noche, y así la he invocado siempre. En su voz he escuchado canciones que quizás nunca hubiese buscado, así conocí a José Alfredo Jiménez y Agustín Lara, y debo decir que los escucho solo en ella.
Ha muerto Chavela Vargas, pero hace mucho que se ganó la eternidad en nuestra memoria, hace mucho que vive vidas que jamás hubiese imaginado acompañando a quienes la invocamos.
Su gran amigo Joaquín Sabina la recuerda: "Con su desaparición, se pierde una manera de cantar llorando, un quejido inigualable, una expresividad fuera de lo común. Unos cojones y unos ovarios nunca vistos en la música popular desde la muerte del bandoneonista Ricardo Goyeneche. Ella no vendía una voz, vendía un estilo. Era una maestra en perder la primera al tiempo que ganaba lo segundo. Algo en lo que yo, sin duda, tengo mucho que aprender. En estos momentos de pérdida me digo: ¡Quién pudiera reír como llora Chavela! Y recuerdo algo estas palabras de Almodóvar: “Desde Jesucristo, nadie ha abierto los brazos como ella”.
Aldo Facho Dede
Tata Dios
La Llorona
Hace días que veníamos pensando intensamente en ella, las noticias de lo de delicado de su salud eran cada vez menos esperanzadoras, y entre lo que no puede decirse nos preparaban para este desenlace. 93 años, varias vidas vividas, daba lo mismo lo que cantara, la potencia de su voz hacía que calara hondo en nuestro corazón, en nuestras emociones. Conseguía algo especial, nos hacía llorar riendo, disfrutar de la tristeza. Tan Mexicana como Americana, consiguió comunicar al mundo uno de los valores más profundos de nuestras culturas, esa íntima relación con la muerte, con lo oscuro, con el dolor, como hacen nuestros hermanos en los funerales, o en el día de Todos los Muertos.
A Chavela la conocí de la mano de un gran maestro, me enseñó a inspirarme con su canto, a atrapar a esas musas escurridizas con la potencia de su voz. Chavela aparecía cuando el día empezaba a menguar, y nos acompañaba en la profundidad de la noche, y así la he invocado siempre. En su voz he escuchado canciones que quizás nunca hubiese buscado, así conocí a José Alfredo Jiménez y Agustín Lara, y debo decir que los escucho solo en ella.
Ha muerto Chavela Vargas, pero hace mucho que se ganó la eternidad en nuestra memoria, hace mucho que vive vidas que jamás hubiese imaginado acompañando a quienes la invocamos.
Su gran amigo Joaquín Sabina la recuerda: "Con su desaparición, se pierde una manera de cantar llorando, un quejido inigualable, una expresividad fuera de lo común. Unos cojones y unos ovarios nunca vistos en la música popular desde la muerte del bandoneonista Ricardo Goyeneche. Ella no vendía una voz, vendía un estilo. Era una maestra en perder la primera al tiempo que ganaba lo segundo. Algo en lo que yo, sin duda, tengo mucho que aprender. En estos momentos de pérdida me digo: ¡Quién pudiera reír como llora Chavela! Y recuerdo algo estas palabras de Almodóvar: “Desde Jesucristo, nadie ha abierto los brazos como ella”.
Aldo Facho Dede
Tata Dios
La Llorona
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