Fotografías: junio 2013
Reflexiones Personales
Gracias a la cordial y entusiasta invitación del Colegio de Arquitectos de
la Regional San Martín, representado por su Decano el Arq. Teddy del Águila y
el Arq. Percy Vilca, tuve la oportunidad de visitar por primera vez la ciudad
de Tarapoto, ubicada en la selva del Perú. Además del honor que
significaba la invitación, me genero especial interés conocer la ciudad y el
paisaje en el que está emplazada, que imaginaba exótico y natural. Ya
desde el avión me preocupé en registrar el acercamiento a la tierra para
reconocer texturas, topografía, colores, tramas... lo primero que me llamó la
atención fue la fuerza de los ríos que surcaban el paisaje con absoluta
indiferencia, y la topografía que asemejaba un paño verde plegado. Cuando
nos acercamos más pude identificar con preocupación el fuerte impacto ambiental
de la tala indiscriminada de la flora nativa para generar superficies
cultivables. Eso lo confirmé luego cuando recorrí la periferia de la
ciudad.
La salida del avión fue cual entrar en un baño turco, una masa de aire
húmedo y caliente me envolvió y no nos dejó hasta que volvimos a partir.
Según los locales el clima fue "benigno" con nosotros, "no está
haciendo mucho calor" repetían mientras una sueva brisa nos refrescaba en
la sombra. Si esa temperatura era "fresca" no quiero imaginar
lo que para ellos es "caluroso", pero como bien me indicaron "el
cuerpo se adapta".
Espacio Público
En una ciudad relativamente pequeña (ciudad pequeña y no pueblo grande como
bien recalcaba el hijo menor del arq. del Águila) y con un clima de benigno a
cálido, el espacio público es el lugar donde la población interactúa y
vive. Lo que puede parecernos lógico no lo es para las autoridades de
Tarapoto, pues las calles han sido regaladas a los carros, motos y mototaxis,
casi eliminando las veredas (hay tramos que desaparecen), árboles, paseos... a
esto hay que sumarle el hecho que no se hayan preocupado de normar la sombra
como elemento significante en la arquitectura, los aleros son pequeños y no
alcanzan para proteger a los peatones. Tarapoto es una ciudad que tiene
todas las cualidades y escala para ser una hermosa ciudad peatonal, pero hoy es
un espacio negado a los ciudadanos. La plaza principal mantiene ese
diseño francés de diagonales, en este caso particular reforzadas por muros de
contención que resuelven la pendiente del terreno. Esto agudiza la
fragmentación del espacio, dejando solo para el uso de la gente acotadas
superficies pavimentadas. Si le sumamos a esto el calor y la falta de
sombra, tenemos como resultado una plaza casi vacía y con concentraciones de
gente donde los árboles les protegen del sol.
Mucho más interesante es el diseño del parque Suchiche, donde dicen que se
fundó la ciudad, en el que sin mayor elucubración de diseño han sabido generar
diversos espacios internos de sombra, generando una atmósfera fresca y de
descanso.
Es sumamente contradictorio que en una ciudad fundada en el verde amazónico
casi no hayan árboles urbanos, quizás esa condición sea la causa no conciente por la que la
gente no los reclama como urgentes.
Plan de Desarrollo Urbano
Cruzar la ciudad no demanda mucho tiempo, a pocos minutos ya estamos pasando
por alguno de los puentes del río Cumbaza, que es la interfase natural con el
área agrícola. El nuevo Plan de Desarrollo Urbano, lejos de consolidar
esa interfase y buscar que la ciudad se consolide hacia dentro, ha abierto la
"caja de pandora" habilitando como suelo urbano zonas que hoy son
agrícolas. Me genera una profunda pena ver como una ciudad tan pintoresca,
con una escala acotada que le permitiría fácilmente distinguirse en cualidades,
está condenada a desparramarse en su suelo productivo y lo productivo en el
bosque amazónico, dejando en el camino enormes bolsones de tierra
sub-utilizada. Allí creo que deben trabajar con urgencia los colegios
profesionales, las universidades y los arquitectos.
Mercado y Cementerio
Para suerte de los habitantes, la ciudad no ha sido invadida por alguno de
los centros comerciales que ya han cambiado la estructura comercial de muchas
ciudades del país. La gente aún compra en los mercados, comercios de
barrios y ferias. Como intento hacer siempre que visito una nueva ciudad,
busqué ubicar el Mercado y Cementerio, equipamientos que como bien me dijo hace
mucho tiempo un colega, son la radiografía de la ciudad. En ellos ves la
forma como la sociedad local interactúa y comercia, puedes medir la salud y
economía, las creencias, conformación social, historia... justamente al entrar
al cementerio una austera cruz recibe al visitante y enuncia: "Para que no
se repita. En memoria de los desaparecidos(as) y muertos(as) por la
violencia política. 1980-2000"
Alrededores
El primer lugar que visitamos fuera de la ciudad fue el pintoresco pueblo de
Lamas, que es de donde dicen vinieron los naturales a fundar la ciudad.
Un lugar interesante dominado por la topografía y la tierra anaranjada con la
que se construyen la mayor parte de las casas. Construcciones con gran
valor tecnológico-ambiental, desarrollado durante siglos de adaptación al
contexto, sabiduría hoy desaprovechada y condenada por la pobreza y la creencia
que el ladrillo y el cemento son un escalón hacia el desarrollo.
Fue muy interesante entrar a una de las viviendas y ver como estaba
configurada constructiva y espacialmente. Resumiendo, es un gran espacio
con un entrepiso de madera a modo de altillo, en el que el confort climático se
consigue con sombra y ventilación. Para ello utilizan muros gruesos de
tapial, techos a dos aguas de teja, ventanas altas en sombra y sin vidrios que
generan ventilación cruzada.
De allí nos dirigimos al bajo Huallaga, donde pude apreciar uno de los
paisajes más hermosos de mi país: una masa de agua serpenteante que surca dos
murallas colmadas de verde, en las que la escala de lo humano desaparece ante
la inmensidad de la naturaleza. Shapaja es un pequeño pueblo que está en
uno de los remansos de las montañas, allí vive la familia de la señora del arq.
del Águila que nos recibió con especial cariño y atención, como solo saben hacerlo
las personas que viven en el interior, donde la calma y el compartir son más
importantes que cualquiera otra variable citadina. Allí tomé un riquísimo
aguadito de gallina, que me hizo recordar aquel que décadas antes tomara en la
casa rural del tío abuelo de uno de mis mejores amigos en el valle del
Colca.
El tiempo nos apremiaba y según los locales no podíamos regresar a Lima sin
visitar el eco-hotel Puma Rinri, inteligentemente ubicado entre la carretera y
el río. Un proyecto cuya mayor cualidad es la simpleza y el haber sabido
aprovechar la tecnología y materiales locales para construir un lugar sumamente
acogedor y en el que apetece descansar. No se necesita más para disfrutar
de tan hermoso paisaje.
Con ese broche cerramos nuestro viaje, no sin dejar de comprar unas barras
de chocolate y café para llevar a casa.
Aldo Facho Dede
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