25 de septiembre de 2013

LA ARQUITECTURA COMO PUESTA EN ESCENA

Por Carlos Candía para HABITAR





Como nota Beatriz Colomina en su ensayo “Los medios de comunicación como arquitectura moderna”, ésta no se desarrolla como resultado de la aparición del hormigón, el acero o el vidrio (que de hecho ya estaban presentes desde mucho antes), sino que su existencia es el resultado de su aparición en los medios de comunicación de masas: en el cine, en diarios y en revistas de circulación masiva.
 
A este respecto, nos dice que Allison y Peter Smithson concebían este hecho como una continuación de tradiciones centenarias que se inician en el Renacimiento, con la aparición de los edificios permanentes para celebrar hechos efímeros como una boda en la corte o un cumpleaños real. La arquitectura del Renacimiento deja de lado las investigaciones estructurales y espaciales góticas para concentrarse, tal vez por primera vez e inaugurando una nueva forma de pensar la disciplina, en comunicar cualidades espaciales mediante el uso de elementos que referían a la antigüedad y por una franca preocupación por el uso  de la perspectiva, o sea, por como “deben verse” los edificios, relegando a un segundo plano la preocupación por sostener “las piedras en el aire”.

Smithson - patio y pabellón



























 
Podemos especular que estas tradiciones se acentúan con el paso del tiempo. Durante el manierismo, el tratamiento dado a los elementos de aquella arquitectura -  columnas, pilastras, frontones y piedras claves - alteran su misma condición para convertirse en vehículos de especulaciones formales en pos de resaltar la naturaleza arbitraria de los códigos lingüísticos. La calidad escenográfica de la arquitectura llega a su climax en el barroco, cuando esta puesta en escena sale de la esfera privada y ocupa el espacio urbano. Así se dejaban de lado los logros de la arquitectura románica y sobre todo de la gótica, hechas de pura tectónica y espacio.
 
Las escenografías comparten su esencia a-tectónica con las maquetas, son solo superficies que simulan masa, pero definen espacios. El principio mismo de la arquitectura.
Entonces, la arquitectura moderna sería resultado de  una puesta en escena, una escenografía para la vida contemporánea. Colomina reflexiona sobre el uso de maquetas y sobre los proyectos no construidos como vehículos del avance de la arquitectura por nuevos caminos y en este sentido, destaca los primeros proyectos -inconstruibles - de Mies, como el rascacielos de vidrio de 1922. Pero volviendo la vista atrás en un ejercicio de memoria histórica, recordemos que Brunelleschi inaugura la figura del arquitecto moderno tal como la conocemos hoy ganando el concurso para cubrir la cúpula de Santa María en Florencia, mostrando su propuesta con una maqueta.

Kunthaus de Graz - peter Cook
























 

 
Los Smithson se encargaron de materializar  muchas de sus ideas y propuestas (por ejemplo la exhibición “La Casa del Futuro” o “Patio and Pavilion”) concebidas como maquetas escala1:1, cerrando el círculo que vincula a la arquitectura con la concreción de ideas, esto es, con las maquetas.
 
Concluyendo, me pregunto de que va la arquitectura furiosamente actual, al menos de los países desarrollados, la que vemos nosotros desde aquí a través de lujosas publicaciones a color o en modernísimos blogs, con su patente preocupación por las cualidades epidérmicas de los edificios. Gran parte de la energía dedicada al proyecto parece disiparse en resolver pieles cada vez más complejas, costosas, engañosamente “sustentables” y formalmente caprichosas. Aquella tradición que se inició con los primeros atisbos de modernidad en el siglo XV, llega a un paroxismo nunca igualado. Ahora la arquitectura, al menos esa arquitectura, parece ser solo una cáscara vacía para la vida del hombre.

Rosario, mayo de 2013.


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