8 de octubre de 2012

CASAS MARABAJO

Nicolás Campodónico, arquitecto
La Pedrera, Rocha, Uruguay. 2004-2005




 



































Memoria proyectual
Hacer arquitectura es inexorablemente transformar un lugar, agregar o quitar algo, poner en valor o abandonar, generar nuevas relaciones y al mismo tiempo terminar con otras…es una tarea de incontables decisiones que se entrecruzan formando una compleja trama que solo es posible entender completamente, ante la obra en si. De aquí la complejidad de  poner en palabras lo que ha nacido de sensaciones, experiencias, vacíos, materia y pensamientos…Ideas que giran a partir y en torno de un lugar, esperando el momento preciso para cuajar y quedarse en esta realidad dotada con la nueva  identidad adquirida por la transformación operada. Probablemente, en esta gesta  la madre sea el lugar, en un sentido tan amplio que seria inútil pretender describir todos sus cielos, sus olores, el sabor del aire salado, el peso infinito emanado por las piedras, y la fuerza rítmica, eterna del mar rompiendo contra ellas…y luego ¿Qué hacer? ¿Cómo capturar todo esto? ¿Cómo poner en espacios, en muros, y en luz algo tan inabarcable, sutil?...intentar dar respuestas es simplemente generar más preguntas, y estas son probablemente las herramientas más agudas, porque cada una de ellas contiene en si misma una pieza más del conjunto. Nada mas, ni nada menos, el resultado final es solo la decantación de todo lo que ha acontecido en el proceso,  a veces con conciencia de lo que se busca, otras solamente dejando paso  a la intuición.

En La pedrera, un pequeño balneario en Rocha, Uruguay, la obra retoma algunos temas de la construcción tradicional local, como sus materiales, y forma de vida, para reelaborarlos y ponerlos en relación con el lugar. El solar se encuentra en el casco antiguo, en la primera manzana frente al mar, y a unos veinte metros sobre el nivel del mismo. En una línea imaginaria que cruza en diagonal esta manzana coinciden las buenas orientaciones, la pendiente natural del terreno, y la vista del mar describiendo una suave curva hasta Cabo Polonio. Esta coincidencia es tan fuerte que se transformo en argumento principal de la mayoría de las decisiones siguientes, tanto para alinearse y ver francamente el mar, como así también para ocultarlo y generar los tiempos y recorridos para redescubrirlo. 

Se define como estrategia inicial elevar la planta del estar, y alojar por debajo y aprovechando la pendiente del terreno, los dormitorios y baño. Esta decisión permite que los espacios de uso social de las cuatro casas tengan vistas sobre la bahía, al mismo tiempo que los dormitorios quedan en relación a un patio con la intimidad necesaria. Un giro de 11º de las casas con respecto a la calle, la inclinación del ventanal, la mayor inclinación del alero de hormigón y la pendiente del techo son las operaciones que retoman la diagonal al mar…por otro lado la articulación de las unidades a través de sus patios, los muros que los conforman y las escaleras de ingreso, le confieren al conjunto una imagen de solidez desde la calle, que se ira perdiendo a modo de transición a medida que se va recorriendo la casa, hasta llegar a la terraza, al aire libre, y al mar, abajo e interminable, como culminación del recorrido.




















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