26 de noviembre de 2012

LADRILLOS, BLOQUES Y OTROS ELEMENTOS ABANDONADOS Y PARCHES


AL BORDE arquitectos
David Barragán, Pascual Gangotena, Marialuisa Borja y Esteban Benavides

Mocha - Tungurahua, Ecuador. 2012

1º Premio Nacional, Categoría Rehabilitación y Reciclaje
Bienal Internacional de Quito 2012





























Comparto con ustedes este proyecto con la firme convicción que hace falta más de reciclar que de inaugurar, y no por un “gesto” al pasado, sino como postulado de sustentabilidad y economía.  Estamos acostumbrados a encumbrar obras impolutas, donde cada detalle está finamente calculado, calibrado… este es un lujo al que unos pocos pueden acceder, siendo el mundo cotidiano (al menos para muchos de los arquitectos) el de las remodelaciones, reciclajes, trasformaciones… donde tan o más importante que la idea brillante es la economía de la misma, la velocidad de su ejecución y el máximo aprovechamiento de lo existente.  Muchas veces vemos esto como una arquitectura de “segunda”, aspirando al “gran encargo”, esa casa soñada donde podamos volcar todo lo aprendido… gran error, gran mentira con la que nos formaron, estafa diría yo.  EL mundo real está lleno de lo “segundo” y es en ello, en la totalidad de nuestros encargos, donde debemos buscar que nuestro mejor esfuerzo consiga un espacio que supere las expectativas de quien confía en nosotros.  Dar “liebre por gato”, como dice siempre Helio Piñon, no distingue el pedigrí sino el sabor final del plato.



 
Volver. Habitar la hacienda donde creció, es lo que determina esta intervención.  El cliente heredó un establo y escogió  este espacio para convertirlo en su última vivienda.
 
En la arquitectura para animales, no hay decoración. Las vacas no tienen caprichos estéticos. Sumado al abandono, el establo cumple con lo mínimo: no caerse. El bajo presupuesto y la urgencia de habitarlo son parte vital del proyecto. Utilizamos la vieja y conocida fórmula del que no tiene más remedio: trabajar con lo que hay a la mano.

 


























EL SENTIDO COMÚN, NO ES TAN COMÚN
Las limitaciones obligan a ser rigurosos. Donde hay un problema aplicamos una solución: parchar.
 
Si desarmar la estructura de cubierta, retocar las piezas que aún sirven, reemplazar lo que no está en buen estado y volver a armar, nos toma mucho tiempo, no lo hacemos. 

Añadimos a lo existente parches.
Picar la pared para pasar las instalaciones eléctricas y de agua, colocar tuberías y sellar la pared, imposible: todo queda visto.
 
La cubierta mal-cubre e impermeabilizar todo y volver a entejar, no. Donde hubo teja ahora hay una lámina asfáltica que se apoya en la subestructura original.
La cercanía de la tierra y la lluvia hacen que el espacio sea húmedo. Alejamos el agua de la casa con un ducto perimetral y prolongamos los aleros. La teja en mal estado se utiliza como grava en el ducto perimetral y  la teja en buen estado se utiliza para los aleros.
 
El interior es obscuro. Hacer ventanas más grandes significa rehacer dinteles y desechar marcos y vidrios originales. Además el clima es frio, la casa está ubicada a 3300 metros sobre el nivel del mar. Si la cubierta resuelve calor y luz, matamos dos pájaros de un tiro: tragaluces.
 
Se necesita completar los límites de las habitaciones y los vanos principales. No podemos cargar más peso a las paredes originales: necesitamos un material ligero. Además debe ser lo más rápido y barata posible: duelas de madera.
 
El cliente tiene embodegado piezas sanitarias y puertas, las re-utilizamos.
Listo, que bonito Frankenstein.



 

























MENTIR DE VERDAD
Los materiales necesitan protegerse del uso y del tiempo. En un inicio, nos vimos envueltos en la figura del buen arquitecto contemporáneo; cada material es lo que es, pero no teníamos tiempo, ni dinero.  El esfuerzo que representa adecuar cada material con el único objetivo de deleitar la vista y así salvar un discurso estético, convierte al proyecto más en una escenografía que en una intervención elemental de reciclaje y rehabilitación.  Crisis.  De pronto mentir es la actitud más honesta: pintar todo.
 
Elegimos el color pensando en que estamos en el campo. Hicimos pruebas pisando las paredes para encontrar el color que camufle mejor el uso, hicimos un estudio de la cromática del polvo y de las manchas inevitables de humedad en zonas  lluviosas. El resultado: color sucio.
 
La pintura funciona en todo menos en el piso. En el piso debía tener otras características: a más de sellar el material, debe resistir el uso que demanda su función. En conclusión: si era pintura, debía ser una mucho más cara; no aplica.  La mejor opción, baldosas de cemento.  Buen precio y resuelve todos los espacios de la casa: se ve bien cuando está limpio y se ve bien cuando está sucio.

EL FIN
Todo lo que nos preocupa en el interior, no es un problema en el exterior. Porque el polvo que se desprende de los materiales por el paso del tiempo o por el uso, afuera es irrelevante. Afuera el establo siempre fue habitable: afuera no hicimos nada.

















 







  



























Nombre de la obra: Ladrillos, bloques y otros elementos abandonados y parches 
Arquitectos: AL BORDE, David Barragán, Pascual Gangotena, Marialuisa Borja y Esteban Benavides
Director de proyecto: Mateo Naranjo
Localización: Mocha, Tungurahua, Ecuador
Ingeniería Estructural: Patricio Cevallos
Constructor: Miguel Ramos
Diseño: 2012
Construcción: 2012
Superficie de intervención: 113 m2
Créditos Fotográficos: Francisco Suarez, Karina Barragán y AL BORDE

2 comentarios:

  1. Felicidades al proyectista .. Esta muy bueno .. que dificil como arquitectos es llegar a entender el lugar y las formas de no hacer lo nuevo sino de convertir lo existente en nuevo!

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  2. Es así, hay que saber cuando construir, cuando reformar, cuando transformar... ¿cómo va tu tesis? es un tema muy interesante, muy pertinente para nuestro país.
    ¡Saludos!

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