6 de septiembre de 2008

FUNDAMENTO ESTÉTICO DE LA MODERNIDAD - II

EL CUBISMO



“El cubismo es sobre todo un neofigurativismo, apoyado en un sistema de convenciones distinto del impresionista por el fundamento intelectual de su mirada; pero no menos dependiente de la realidad representada y del propio cometido subalterno de la pintura respecto a lo que existe en su exterior: renueva su utillaje lo necesario para hacer verosímil el nuevo punto de vista acerca de las cosas, pero su misión sigue siendo fundamentalmente narrativa.



En ese compromiso, el cubismo libera, no obstante, la representación de los rigores de la mimesis, en un intento desesperado de construir artificialmente la apariencia: la paradoja que encierra el proyecto constituye, a la vez, estímulo y limitación de algo que hubiese podido ser solo un ejercicio probado de un par de pintores, pero que el celo de los galeristas convirtió en un movimiento tan grandioso como efímero, que en 1918 ya parecía de “antes de la guerra”.

/…/ El cubismo es, pues, la referencia constante de los movimientos pictóricos que constituyen la vanguardia plena: suprematismo, neoplasticismo y purismo; /…/.”1



“Sólo si se atribuye sentido epistemológico a una vaga denominación de una pintura que celebra el reflexión el nuevo siglo, sorprenderá que se niegue la condición de vanguardia a parte de la pintura considerada cubista, y en cambio se predique de la obra de Juan Gris, tradicionalmente incluida en ella. La clasificación de sus productos en dos tendencias calificadas de analítica y sintética no ha trascendido el propósito meramente descriptivo que la denominación de cubismo encierra. El análisis y la síntesis serían dos modos indistintos de referirse al sujeto de la pintura: descomponiendo la figura en facetas abstraídas de una apariencia, o componiendo el sujeto con fragmentos que evocan sus rasgos esenciales. Pero, si se obvia cuanto hay de costumbrista en tal clasificación, adquiere verosimilitud la hipótesis de un cubismo vanguardista, encarnado por Gris, que sistematiza la teoría y supera el empirismo neofigurativo que presidió las obras de Picasso y Braque. El auténtico sujeto de sus obras no es el conjunto de rasgos o perfiles de la realidad engarzados con una lógica que subvierte su estructura, sino el espacio conseguido por la estratificación diorámica de ilusiones ópticas, neutras cuanto convencionales. La insistencia en los temas acentúa la irrelevancia del objeto respecto al procedimiento de construcción espacial.”2



1. Helio Piñón, Perfiles encontrados (prólogo a “Teoría de la Vanguardia” de P. Bürger)

Editorial Península, Barcelona 1987. Página 16, párrafos 2 y 5.

2. Misma cita. Página 21, párrafo 1.



Pablo Picasso "Las Damas de Avignon" 1907



Violin, "Jolie Eva". París, 1912 Óleo sobre lienzo, 60 x81 cm.



Violín. París, 1913 Óleo sobre lienzo, 65 x54 cm.



Arlequín. París, 1915 Óleo sobre lienzo, 183 x105 cm

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