A continuación reproduzco extractos de la nota publicada en el sitio web de la Sociedad Central de Arquitectos con motivo de la conferencia dada por el arquitecto Helio Piñon en su sede en día 24/04/2009.
Pueden ver la nota completa en el siguiente vínculo: Helio Piñon: Ideas Generales.
Algunos conceptos de Helio Piñón para la conferencia en la Sociedad Central de Arquitectos
Buenos Aires, 24 de abril de 2009
Sobre las tendencias contemporáneas del diseño urbano
No creo que se pueda hablar de tendencias en las intervenciones urbanas, más allá de las modas que cada ocho o diez años “amenizan” el mundo de la arquitectura. La creencia errónea de que la modernidad arquitectónica produjo algún edificio de interés, pero fracasó ante los problemas urbanos determinó que se abandonaran los propósitos de ordenar la ciudad con criterio de forma consistente. Las ciudades crecen y se transforman a golpes de improvisación, con regulaciones administrativas que lo único que persiguen es dar la impresión de equidad ante la codicia de los promotores.
Sobre la Arquitectura Sustentable
Decididamente, no hay una nueva arquitectura: los cambios sustanciales –en arquitectura y en cualquier otra actividad en la que interviene el arte– se dan muy de tarde en tarde. El último sucedió durante la tercera década del siglo XX y alcanzó su madurez en la segunda mitad de los años cincuenta de ese mismo siglo. No parece que hayan indicios de que un próximo cambio se avecina.
En cuanto a la sostenibildad, es un atributo que se está convirtiendo en un fetiche comercial: arquitectura sostenible es aquella que se concibe, desarrolla y construye con talento y sentido común. La arquitectura que se presenta como sostenible –o ecológica–, a menudo, no tiene ni una cosa ni otra.
Arquitectura e innovación
En cuanto a la “innovación” creo que es hora de acabar con la aceptación acrítica del concepto, como si se tratase de un valor de las cosas, cuando, en el fondo, es la coartada del marcado para fomentar un consumo irresponsable y perverso. Un consumo que probablemente aquí no alcanza el nivel que tiene en Europa o Estados unidos, pero que –como no ocurra un milagro– parece el destino fatal del mundo.
Arquitectura y ciudad Moderna
Me refiero a la ciudad moderna como lo que pudo haber sido y no fue: se ha repetido – y ha acabado convirtiéndose en un lugar común– que la arquitectura moderna produjo algún edificio interesante, pero que fracaso ante los problemas de la ciudad, más allá de propuestas de visionarios o proclamas bienintencionadas como las que usted cita. Lejos de esa falsedad, el siglo XX tiene su ciudad, y si no ha llegado a concretarse más que en contados episodios prácticamente irrelevantes, no es porque los criterios formales de la arquitectura moderna no dieran para ello, sino porque los arquitectos, en primer lugar, y los administradores públicos, a continuación –por ese orden, no han dado la talla.
Sobre los objetos singulares
Durante toda la historia, las ciudades han tenido “objetos singulares” que han contribuido a puntuar la ciudad y facilitar la apropiación visual de su espacios: la diferencia con los armatostes actuales es que, por una parte, suelen estar mal situados y, por otra –lo que es peor– son espantosos.
Nota: El resaltado en negrita es de mi autoría.
Pueden ver la nota completa en el siguiente vínculo: Helio Piñon: Ideas Generales.
Algunos conceptos de Helio Piñón para la conferencia en la Sociedad Central de Arquitectos
Buenos Aires, 24 de abril de 2009
Sobre las tendencias contemporáneas del diseño urbano
No creo que se pueda hablar de tendencias en las intervenciones urbanas, más allá de las modas que cada ocho o diez años “amenizan” el mundo de la arquitectura. La creencia errónea de que la modernidad arquitectónica produjo algún edificio de interés, pero fracasó ante los problemas urbanos determinó que se abandonaran los propósitos de ordenar la ciudad con criterio de forma consistente. Las ciudades crecen y se transforman a golpes de improvisación, con regulaciones administrativas que lo único que persiguen es dar la impresión de equidad ante la codicia de los promotores.
Sobre la Arquitectura Sustentable
Decididamente, no hay una nueva arquitectura: los cambios sustanciales –en arquitectura y en cualquier otra actividad en la que interviene el arte– se dan muy de tarde en tarde. El último sucedió durante la tercera década del siglo XX y alcanzó su madurez en la segunda mitad de los años cincuenta de ese mismo siglo. No parece que hayan indicios de que un próximo cambio se avecina.
En cuanto a la sostenibildad, es un atributo que se está convirtiendo en un fetiche comercial: arquitectura sostenible es aquella que se concibe, desarrolla y construye con talento y sentido común. La arquitectura que se presenta como sostenible –o ecológica–, a menudo, no tiene ni una cosa ni otra.
Arquitectura e innovación
En cuanto a la “innovación” creo que es hora de acabar con la aceptación acrítica del concepto, como si se tratase de un valor de las cosas, cuando, en el fondo, es la coartada del marcado para fomentar un consumo irresponsable y perverso. Un consumo que probablemente aquí no alcanza el nivel que tiene en Europa o Estados unidos, pero que –como no ocurra un milagro– parece el destino fatal del mundo.
Arquitectura y ciudad Moderna
Me refiero a la ciudad moderna como lo que pudo haber sido y no fue: se ha repetido – y ha acabado convirtiéndose en un lugar común– que la arquitectura moderna produjo algún edificio interesante, pero que fracaso ante los problemas de la ciudad, más allá de propuestas de visionarios o proclamas bienintencionadas como las que usted cita. Lejos de esa falsedad, el siglo XX tiene su ciudad, y si no ha llegado a concretarse más que en contados episodios prácticamente irrelevantes, no es porque los criterios formales de la arquitectura moderna no dieran para ello, sino porque los arquitectos, en primer lugar, y los administradores públicos, a continuación –por ese orden, no han dado la talla.
Sobre los objetos singulares
Durante toda la historia, las ciudades han tenido “objetos singulares” que han contribuido a puntuar la ciudad y facilitar la apropiación visual de su espacios: la diferencia con los armatostes actuales es que, por una parte, suelen estar mal situados y, por otra –lo que es peor– son espantosos.
Nota: El resaltado en negrita es de mi autoría.
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