Playa Las Lomas, sur de Lima - Perú
Del contexto, del lugar, la costa del Perú, es una franja desértica limitada por el Océano Pacífico en el oeste y las estribaciones de los Andes en el este. El paisaje, con su espléndida geografía de acantilados, bahías, formaciones rocosas y mar, y la inmensidad de su desierto y los matices que este ofrece, es una verdadera fuente de inspiración. Me interesan los cortes en la tierra, producto de la erosión o de cataclismos donde se leen las capas geológicas las cuales nos recuerdan el paso del tiempo y dan cuenta de la historia.
De la memoria, del legado que la arquitectura incaica nos dejó, admiro especialmente la manera armoniosa con la que los antiguos pobladores se acomodaron a la rugosa topografía, su percepción del lugar y el sentido de balance que manifiestan sus construcciones frente a este paisaje de soledad y quietud.
El proyecto se desarrolla para un solar alargado de 10 x 30 mts. frente al mar. De acuerdo a la normativa del balneario, se proyecta esta casa en un solo nivel y respetando alturas y retiros establecidos. La casa tiene dos accesos, uno desde la playa y otro por la fachada este, que da a la vía vehicular y mas allá a los desérticos acantilados. Esto define una circulación general longitudinal.
Se plantea la casa partida en dos volúmenes alargados y aparentemente autónomos que han sido desfasados. Uno de ellos –el mas alto– acoge el área social y el otro los dormitorios y baños. Estos volúmenes se organizan “partidos” y “unidos” por una galería abierta al exterior, que además de ser el eje de circulación, funciona como cámara de enfriamiento al producir corrientes cruzadas de aire.
Se elevó la casa respecto al nivel del malecón para un mejor aprovechamiento de la vista al mar y también por privacidad. La casa, que es íntegramente blanca, se sienta sobre una base de piedra, a manera de acantilado. Desde el interior al mirar hacia el horizonte, se confunden la piscina y el mar.
El espacio de mayor jerarquía es el del área social, el cual se ha trabajado a manera de loft -un gran espacio que integra axialmente, la terraza, sala, comedor y cocina–, de tal manera que todos miren al mar. Este espacio se ha organizado a partir de un conjunto de planos que evitan tocarse entre sí, de los cuales el muro mayor esta vaciado en concreto caravista. La fuerte textura del hormigón, que evocan los acantilados circundantes, se acentúan por un baño de luz cenital que penetra por la rendija que producen los planos que no se tocan. Las columnas circulares de fierro pintado con epóxica blanca –en deliberado contraste con el muro mayor– se hunden en perforaciones en el piso para apoyarse más abajo en una base de arena; conexión con la tierra que he querido hacer evidente.
La elevación norte, que da hacia el pasaje peatonal, está trabajada de manera lúdica e informal. El volumen longitudinal que alberga una serie de usos, ha sido perforado con vanos de distintos tamaños y formas, cuyos cristales son arenados para preservar la intimidad y tamizar la luz.
Mi intención ha sido crear un “lugar para vivir” que sea muy abierto, luminoso e informal por un lado y muy cálido, íntimo, casi monacal por el otro. La metáfora evidente es la de un barco blanco que surca el mar. Yo me quedo con la menos obvia tal vez y le llamo a ésta: La Casa Tren.
Nota: Texto, planos y fotografías proporcionados por el proyectista.
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