Crousse y Barclay - Yncluye arquitectos -Luis Longhi - Javier Artadi - Manuel Flores
Luego de presentar los cinco proyectos ganadores considero interesante hacer una reflexión final. Antes que nada, valoro la transparencia y profesionalidad con la que se ha desarrollado el certamen. Como bien señalan los arquitectos Crousse y Barcklay, es fundamental para el desarrollo de la arquitectura local la canalización mediante concurso abierto de proyectos públicos. En mi experiencia profesional en España y Argentina, he podido comprobar como estimula el desarrollo de la profesión el hecho de poder competir para obtener un trabajo. Eso si, es tan o más importante que esto se desarrolle dentro de un marco normativo estricto y consensuado por los colegios profesionales y los comitentes. Las reglas de juego deben ser claras y los premios acorde con el esfuerzo desplegado y el encargo a asumir. Ese es el punto más débil de los concursos arquitectónicos del Perú que he ido revisando a lo largo de los últimos cinco años, se avalan honorarios ínfimos que no cubren el costo real del desarrollo de un proyecto. Hay una fuerte polémica por la incumbencia de los colegios en el desarrollo del oficio, considero que lo primero que deben revisar es si están garantizando las reglas mínimas de juego para su desempeño: honorarios, incumbencias, derechos y deberes.
Volviendo al tema del concurso puedo agrupar groseramente a los proyectos premiados en dos grupos, destacando en ambos una aguda lectura del territorio y a partir de ello un modo particular de diálogo. El primero opta por contenerlo y organizarlo con un volumen ortogonal (Crousse y Barclay, Longhi, Artadi), y el segundo busca modelarlo tomando los desniveles naturales del acantilado para transformarlos en terrazas y escalinatas (Yncluye y Flores).
Los arquitectos Crousse y Barclay trabajan el volumen como un gran muro de contención, acercándolo lo más posible a la superficie del acantilado para generar una gran plaza lateral. Coherente con esa postura es la elección del material que recubrirá la fachada: piedras de distinta medida extraídas del lugar y contenidas por una malla a modo de “farallón construido”(1) como lo describen en su memoria. Destaco el reconocimiento del lugar no solo en la textura del muro, sino en el manejo de los espacios abiertos y la vegetación nativa.
Luis Longhi, desde mi análisis, busca responder a la fuerte carga emocional del encargo creando un espacio de contemplación y reflexión. Trabaja los desniveles y la textura del volumen tomando la pauta de la arquitectura Incaica Imperial (Cuzco). Resuelve los grandes escalonamientos a modo de andenes y trabaja el volumen principal como los muros Inca de Saksayhuaman. Hay una clara evocación a la a-temporalidad de los grandes monolitos, que deduzco están también relacionados con el enaltecimiento de las culturas ancestrales y el sentido de fraternidad desde lo más alto de nuestra cultura. Me gustaría preguntarte a Luís el porqué eligió una cultura andina para trabajar en la costa, ¿tiene que ver con la reivindicación de los pobladores que sufrieron más los estragos del terror? Si fuese así, ¿no hubiese correspondido trabajar con la cultura Wari que fue fuerte en Ayacucho? Si la búsqueda fue más por el enaltecimiento de la arquitectura Inca, ¿por qué no utilizó las tecnologías costeñas como en las construcciones de Pachacamac?
Evidentemente la fuerte carga histórica de este proyecto abre muchas líneas de reflexión.
Artadi a diferencia de los anteriores proyectos, aleja el volumen lo más posible del acantilado para contener la plaza que crea entre ambos. El proyecto se juega a este espacio, que además equilibra la tensión entre lo artificial y lo natural. Según palabras del autor, “el proyecto no parte de ningún simbolismo; es una solución genérica y abstracta que busca adquirir su propio significado en el tiempo, a través del uso y experiencias de sus visitantes.”(2)
Desde otra mirada los arquitectos de Yncluye proponen que el volumen del edificio sirva como base para completar y acompañar la trama y topografía existente. Convierten al edificio en “un gran eje peatonal integrador, que a su vez conforma un gran espacio público.”(3) Buscan tomar los flujos peatonales provenientes de la ciudad y proponen al edificio como un gran conector con la playa y espacio de contemplación.
Para la ciudad el edificio se pierde en el gran desnivel del acantilado, para la playa aparece como una importante escalinata que la conecta con la ciudad. “Por fuera el edificio se revela como una escalera de grandes proporciones, un artefacto colosal de concreto intervenido a través de un juego arbitrario de llenos y vacíos que invitan a transitar o bien a permanecer en sus estaciones, inventando ritos, como contemplar el mar, personaje principal del acto presentado en este Anfiteatro Urbano.”(3)
Aprovechan los desniveles para organizar los distintos espacios en concordancia con las alturas necesarias, así consiguen generar un interesante juego espacial en la sala de exposiciones que iluminan mediante una gran agujero que emerge en las escalinatas.
Considero interesante el partido de trabajar el edificio como un gran espacio público. A diferencia de los otros ejemplos neutraliza su fuerte carga emocional y lo ofrece a la ciudad para que cada transeúnte lo re-signifique a partir de su búsqueda e historia individual.
El arquitecto Flores propone al edificio como “un espacio público abierto que se transforma en un interior mediante el recorrido.” Con una aproximación similar a Yncluye, lo ofrece a la ciudad a modo de gran plaza-mirador a partir del cual se puede acceder a los espacios interiores. “El edificio propone desde los recursos de la arquitectura generar una sensación colectiva de lugar y una actitud personal de reflexión.”(4)
Se valoriza más el hecho de poder hacer balcón al mar que el ofrecer un eje de comunicación a las playas. Esta es la diferencia que destaco entre las propuestas, Yncluye propone al edificio como una gran escalinata a la cual le suceden episodios, mientras que Flores lo propone como una gran terraza mirador a la cual se llega y desde la cual se accede al interior. EL proyecto de Yncluye tiene una fuerte impronta urbanística en cuanto a la costura del malecón con las playas, el proyecto de Flores se centra en la pausa reflexiva que genera la gran terraza que ofrece para mirar el mar.
En el blog Bitácora Arquitectura Peruana he podido ver otros proyectos no premiados que coinciden en proyectar un edificio mucho más llamativo para el entorno. Coincido con el jurado en la selección de los ganadores, en el sentido que considero que el proyecto a edificarse debe buscar el equilibrio con el lugar en el que se inscribe. Valoro la importancia que le han dado los distintos proyectistas al análisis de territorio y a la búsqueda de diálogo mediante la conexión de flujos y creación de espacios y la utilización de texturas y vegetación nativa.
El reto que significa trabajar en un lugar de transición entre la ciudad y la playa ha sido abordado con sobriedad y elegancia, significado no solo una interesante evolución de la arquitectura local, sino también una esperanzadora señal para quienes estamos pendientes del impacto de la arquitectura en la ciudad.
Aldo Facho Dede
Volviendo al tema del concurso puedo agrupar groseramente a los proyectos premiados en dos grupos, destacando en ambos una aguda lectura del territorio y a partir de ello un modo particular de diálogo. El primero opta por contenerlo y organizarlo con un volumen ortogonal (Crousse y Barclay, Longhi, Artadi), y el segundo busca modelarlo tomando los desniveles naturales del acantilado para transformarlos en terrazas y escalinatas (Yncluye y Flores).
Los arquitectos Crousse y Barclay trabajan el volumen como un gran muro de contención, acercándolo lo más posible a la superficie del acantilado para generar una gran plaza lateral. Coherente con esa postura es la elección del material que recubrirá la fachada: piedras de distinta medida extraídas del lugar y contenidas por una malla a modo de “farallón construido”(1) como lo describen en su memoria. Destaco el reconocimiento del lugar no solo en la textura del muro, sino en el manejo de los espacios abiertos y la vegetación nativa.
Luis Longhi, desde mi análisis, busca responder a la fuerte carga emocional del encargo creando un espacio de contemplación y reflexión. Trabaja los desniveles y la textura del volumen tomando la pauta de la arquitectura Incaica Imperial (Cuzco). Resuelve los grandes escalonamientos a modo de andenes y trabaja el volumen principal como los muros Inca de Saksayhuaman. Hay una clara evocación a la a-temporalidad de los grandes monolitos, que deduzco están también relacionados con el enaltecimiento de las culturas ancestrales y el sentido de fraternidad desde lo más alto de nuestra cultura. Me gustaría preguntarte a Luís el porqué eligió una cultura andina para trabajar en la costa, ¿tiene que ver con la reivindicación de los pobladores que sufrieron más los estragos del terror? Si fuese así, ¿no hubiese correspondido trabajar con la cultura Wari que fue fuerte en Ayacucho? Si la búsqueda fue más por el enaltecimiento de la arquitectura Inca, ¿por qué no utilizó las tecnologías costeñas como en las construcciones de Pachacamac?
Evidentemente la fuerte carga histórica de este proyecto abre muchas líneas de reflexión.
Artadi a diferencia de los anteriores proyectos, aleja el volumen lo más posible del acantilado para contener la plaza que crea entre ambos. El proyecto se juega a este espacio, que además equilibra la tensión entre lo artificial y lo natural. Según palabras del autor, “el proyecto no parte de ningún simbolismo; es una solución genérica y abstracta que busca adquirir su propio significado en el tiempo, a través del uso y experiencias de sus visitantes.”(2)
Desde otra mirada los arquitectos de Yncluye proponen que el volumen del edificio sirva como base para completar y acompañar la trama y topografía existente. Convierten al edificio en “un gran eje peatonal integrador, que a su vez conforma un gran espacio público.”(3) Buscan tomar los flujos peatonales provenientes de la ciudad y proponen al edificio como un gran conector con la playa y espacio de contemplación.
Para la ciudad el edificio se pierde en el gran desnivel del acantilado, para la playa aparece como una importante escalinata que la conecta con la ciudad. “Por fuera el edificio se revela como una escalera de grandes proporciones, un artefacto colosal de concreto intervenido a través de un juego arbitrario de llenos y vacíos que invitan a transitar o bien a permanecer en sus estaciones, inventando ritos, como contemplar el mar, personaje principal del acto presentado en este Anfiteatro Urbano.”(3)
Aprovechan los desniveles para organizar los distintos espacios en concordancia con las alturas necesarias, así consiguen generar un interesante juego espacial en la sala de exposiciones que iluminan mediante una gran agujero que emerge en las escalinatas.
Considero interesante el partido de trabajar el edificio como un gran espacio público. A diferencia de los otros ejemplos neutraliza su fuerte carga emocional y lo ofrece a la ciudad para que cada transeúnte lo re-signifique a partir de su búsqueda e historia individual.
El arquitecto Flores propone al edificio como “un espacio público abierto que se transforma en un interior mediante el recorrido.” Con una aproximación similar a Yncluye, lo ofrece a la ciudad a modo de gran plaza-mirador a partir del cual se puede acceder a los espacios interiores. “El edificio propone desde los recursos de la arquitectura generar una sensación colectiva de lugar y una actitud personal de reflexión.”(4)
Se valoriza más el hecho de poder hacer balcón al mar que el ofrecer un eje de comunicación a las playas. Esta es la diferencia que destaco entre las propuestas, Yncluye propone al edificio como una gran escalinata a la cual le suceden episodios, mientras que Flores lo propone como una gran terraza mirador a la cual se llega y desde la cual se accede al interior. EL proyecto de Yncluye tiene una fuerte impronta urbanística en cuanto a la costura del malecón con las playas, el proyecto de Flores se centra en la pausa reflexiva que genera la gran terraza que ofrece para mirar el mar.
En el blog Bitácora Arquitectura Peruana he podido ver otros proyectos no premiados que coinciden en proyectar un edificio mucho más llamativo para el entorno. Coincido con el jurado en la selección de los ganadores, en el sentido que considero que el proyecto a edificarse debe buscar el equilibrio con el lugar en el que se inscribe. Valoro la importancia que le han dado los distintos proyectistas al análisis de territorio y a la búsqueda de diálogo mediante la conexión de flujos y creación de espacios y la utilización de texturas y vegetación nativa.
El reto que significa trabajar en un lugar de transición entre la ciudad y la playa ha sido abordado con sobriedad y elegancia, significado no solo una interesante evolución de la arquitectura local, sino también una esperanzadora señal para quienes estamos pendientes del impacto de la arquitectura en la ciudad.
Aldo Facho Dede
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