"Carlín" Williams - por Adolfo Córdova Valdivia
Escrito a modo de homenaje por su socio, compañero y sobre todo gran amigo.
Lima, agosto de 2004
De manera inesperada, porque no estaba enfermo, Carlos Williams León, Carlín, murió recientemente, a los pocos días de haber cumplido ochenta años. Para quienes lo conocíamos, para quienes estábamos cerca de él, su abrupta desaparición aparece injusta, porque estaba en la plenitud de sus facultades mentales, porque estaba cumpliendo compromisos como arquitecto, investigador y docente y porque habiendo acumulado una rica experiencia profesional, académica y humana, Carlín tenía aún mucho que decir y mucho que escribir. Como arquitecto y urbanista y como arqueólogo. Porque en esas dos actividades fue brillante.
Yo lo conocí en la vieja Escuela de Ingenieros de la calle Espíritu Santo en el año 1942, cursando el primer año. Ël venía de Chiclayo donde residía su familia y en donde había hecho su educación escolar. Luego seguimos juntos los cuatro años de la sección arquitectura en cuyas aulas creció nuestra amistad. Allí Carlín comenzó a distinguirse, no sólo por la calidad de su rendimiento en los diseños de taller, sino por su actitud abierta a la cultura. También por su buen humor, por ver siempre el lado bueno de las cosas. Fue en el viaje por el sur, rutina obligada de los alumnos de cuarto año, que escribimos “al alimón” una carta a un periódico del Cusco criticando la demanda de su director para que se implante en la ciudad un estrilo neocusqueño obligatorio. Fue la primera tarea que hicimos juntos y el primer gesto de cariño y respeto al patrimonio arquitectónico. Y quizás para Carlín fue el primer escrito en defensa de los testimonios arqueológicos. Según López Soria fue , además. uno de los documentos iniciales de la Agrupación Espacio.
Carlos Williams vivía en Barranco, alojado en la casa de la tía Anita, hermana de su padre. La terraza, que daba a la bajada a los baños, era el centro de reunión de los amigos artistas de Carlín, con quienes elaboró allí el manifiesto de la Agrupación Espacio, cuando Luis Miró Quesada propuso su conformación. Su papel en este grupo que contribuyó a trabajar por la modernidad en nuestras manifestaciones culturales de entonces fue pues significativo, al lado de Samuel Pérez Barreto, Sebastián Salazar Bondy, Fernando de Szyszlo, Jorge Piqueras, Blanca Varela, Celso Garrido y otros colegas entre ellos.
En el campo profesional de la arquitectura y el urbanismo, Carlos Williams ha actuado eventualmente solo pero sobre todo en equipo. Tuve el privilegio de ser su socio desde el primer momento, un tiempo, además, con José Polar, otro con Mario Bianco y después con Oswaldo Núñez. De este modo diseñó edificios institucionales, conjuntos de vivienda, centros universitarios, residencias particulares, urbanizaciones y otras obras, varias de ellas obtenidas en los concursos que convocaba el Colegio de Arquitectos, entre las que se cuenta el Centro Cívico ganado por el equipo que él integró.
Su actuación profesional lo hizo merecedor del Premio Bienal de Arquitectura Tecnoquímica (1957) por el diseño de la Escuela Naval; del Premio Chavín (1961) otorgado por INC, por el diseño de los edificios de la FAP en Piura y Chiclayo; y del primer Premio anual de arquitectura, otorgado un año después por el Colegio de Arquitectos, que en el año 2000 lo nombró mimbro honorario.
Por dos veces interrumpió su vida profesional en el Perú, una para seguir estudios en el MIT, donde se graduó de Magíster en 1953, y otra para asesorar a la municipalidad de Asunción en planificación urbana y regional. Su primer viaje se prolongó con una estada en la OEA, Washington, como experto en Planeamiento y Vivienda y desde donde, además, editaba con el arquitecto Luis Vera, un boletín de circulación continental sobre esos temas.
A su regreso integró con Luis Bustamante Pérez Rosas la firma de consultoría Bustamante, Williams y Asociados que en treinta años de funcionamiento (1963-1993) realizó, con su activa participación, importantes estudios entre ellos “Planes reguladores para Huaraz, Yungay y Huarmey”, “Accesos viales al Callejón de Huaylas”, “Plan Nacional de Mercados”, Proyecto Binacional Puyango-Tumbes”, “Mercado Mayorista de Santa Anita” y muchos otros.
La dedicación de Carlos Williams al campo de la Arqueología y la Historia fue también notable. Por ello fue incorporado hace un año, a la Academia Peruana de Historia. En el discurso de presentación Duccio Bonavia le reconoció méritos equivalentes a los de los arquitectos Hardoy de Argentina y Gasparini de Venezuela, en la investigación del urbanismo y la arquitectura de los tiempos prehispánicos, con quienes, afirmó, ha dejado una obra trascendental
Entre sus trabajos más importantes allí citados, mencionemos:
- “Centros ceremoniales tempranos en los valles de Chillón y Lurín”(1985)- Catastro arqueológico, en los valles de Supe, Mala, Cañete e Ica (1974-79)
- “Arquitectura y Urbanismo en el antiguo Perú: 7000 años de historia” (1994)
- “Arquitectura ,urbanismo y construcción de los Waris”
- “El urbanismo de Chanchán” (1986-87)
- “Sukankas y Ceques: la medición del tiempo en el Tawantinsuyo” (1992)
Carlos Williams es uno de los autores del segundo tomo de la “Enciclopedia Archiologica”, editada en Italia, que abarca, en varios volúmenes, el tema de todo el mundo. Allí él trata sucesivamente “Architettura domestica”, “L’architettura pubblica” y “L’architettura religiosa” en una síntesis que abarca 12.500 años, en esta parte del continente.
Su constante preocupación por nuestro patrimonio, determinaron que Carlos Williams fuera miembro del antiguo Patronato de Arqueología y más recientemente de la Comisión Técnica Calificadora del INC.
Además de las actividades reseñadas, Williams desarrolló intensa vida académica. Profesor durante 35 años en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Arte de la UNI, llegó a ser Decano (llamado entonces director de programa) y Jefe de la Sección de Postgrado, ha sido también docente en la universidad de San Marcos, profesor de Restauración de Monumentos en el curso auspiciado por la UNESCO dictado en el Cusco, Profesor visitante en la Universidad Antenor Orrego de Trujillo, docente en el Postgrado de Arquitectura de la UNI y de la Universidad de Ciencias Aplicadas. Fue reconocido como Profesor Emérito en la UNI (1992), como Profesor Honorario en la Universidad Federico Villarreal (1997) y como Ciudadano Honorario por la Municipalidad del Cusco (1989). Miembro fundador de la Academia de Peruana de Arquitectura y Urbanismo, fue incorporado recientemente a la Academia Peruana de Historia.
Últimamente preparaba la contribución que se le solicitó para la “Enciclopedia Temática” que “El Comercio” ha comenzado a publicar. No sé si alcanzó a terminarla.
Esta es una síntesis muy apretada de la intensa e incansable vida intelectual de Carlos Williams. Pero no se puede dejar de mencionar que esa inteligencia, excepcional sin duda, estaba acompañada de una más inmensa calidad humana, de una bonhomía sin par y de una rectitud ejemplar. Conversar con Carlín era siempre aprender y era también estar necesariamente alegre.
Creo que tuve una gran suerte de tener a Carlín Williams como compañero de estudios y como colega, como socio y como amigo, también como compadre. Sobre todo como amigo.
Quienes estuvimos cerca de él lo vamos a extrañarlo porque hemos perdido su compañía estimulante. Su desaparición deja también un lugar vacío en el ámbito cultural de esta sociedad, a cuya afirmación e identidad tanto contribuyó con su obra.
En el ámbito de sus amigos la pena de haberlo perdido, se ve extrañamente entretejida con el recuerdo de sus bromas y de su alegría de vivir.
Adolfo Córdova Valdivia.
Escrito a modo de homenaje por su socio, compañero y sobre todo gran amigo.
Lima, agosto de 2004
De manera inesperada, porque no estaba enfermo, Carlos Williams León, Carlín, murió recientemente, a los pocos días de haber cumplido ochenta años. Para quienes lo conocíamos, para quienes estábamos cerca de él, su abrupta desaparición aparece injusta, porque estaba en la plenitud de sus facultades mentales, porque estaba cumpliendo compromisos como arquitecto, investigador y docente y porque habiendo acumulado una rica experiencia profesional, académica y humana, Carlín tenía aún mucho que decir y mucho que escribir. Como arquitecto y urbanista y como arqueólogo. Porque en esas dos actividades fue brillante.
Yo lo conocí en la vieja Escuela de Ingenieros de la calle Espíritu Santo en el año 1942, cursando el primer año. Ël venía de Chiclayo donde residía su familia y en donde había hecho su educación escolar. Luego seguimos juntos los cuatro años de la sección arquitectura en cuyas aulas creció nuestra amistad. Allí Carlín comenzó a distinguirse, no sólo por la calidad de su rendimiento en los diseños de taller, sino por su actitud abierta a la cultura. También por su buen humor, por ver siempre el lado bueno de las cosas. Fue en el viaje por el sur, rutina obligada de los alumnos de cuarto año, que escribimos “al alimón” una carta a un periódico del Cusco criticando la demanda de su director para que se implante en la ciudad un estrilo neocusqueño obligatorio. Fue la primera tarea que hicimos juntos y el primer gesto de cariño y respeto al patrimonio arquitectónico. Y quizás para Carlín fue el primer escrito en defensa de los testimonios arqueológicos. Según López Soria fue , además. uno de los documentos iniciales de la Agrupación Espacio.
Carlos Williams vivía en Barranco, alojado en la casa de la tía Anita, hermana de su padre. La terraza, que daba a la bajada a los baños, era el centro de reunión de los amigos artistas de Carlín, con quienes elaboró allí el manifiesto de la Agrupación Espacio, cuando Luis Miró Quesada propuso su conformación. Su papel en este grupo que contribuyó a trabajar por la modernidad en nuestras manifestaciones culturales de entonces fue pues significativo, al lado de Samuel Pérez Barreto, Sebastián Salazar Bondy, Fernando de Szyszlo, Jorge Piqueras, Blanca Varela, Celso Garrido y otros colegas entre ellos.
En el campo profesional de la arquitectura y el urbanismo, Carlos Williams ha actuado eventualmente solo pero sobre todo en equipo. Tuve el privilegio de ser su socio desde el primer momento, un tiempo, además, con José Polar, otro con Mario Bianco y después con Oswaldo Núñez. De este modo diseñó edificios institucionales, conjuntos de vivienda, centros universitarios, residencias particulares, urbanizaciones y otras obras, varias de ellas obtenidas en los concursos que convocaba el Colegio de Arquitectos, entre las que se cuenta el Centro Cívico ganado por el equipo que él integró.
Su actuación profesional lo hizo merecedor del Premio Bienal de Arquitectura Tecnoquímica (1957) por el diseño de la Escuela Naval; del Premio Chavín (1961) otorgado por INC, por el diseño de los edificios de la FAP en Piura y Chiclayo; y del primer Premio anual de arquitectura, otorgado un año después por el Colegio de Arquitectos, que en el año 2000 lo nombró mimbro honorario.
Por dos veces interrumpió su vida profesional en el Perú, una para seguir estudios en el MIT, donde se graduó de Magíster en 1953, y otra para asesorar a la municipalidad de Asunción en planificación urbana y regional. Su primer viaje se prolongó con una estada en la OEA, Washington, como experto en Planeamiento y Vivienda y desde donde, además, editaba con el arquitecto Luis Vera, un boletín de circulación continental sobre esos temas.
A su regreso integró con Luis Bustamante Pérez Rosas la firma de consultoría Bustamante, Williams y Asociados que en treinta años de funcionamiento (1963-1993) realizó, con su activa participación, importantes estudios entre ellos “Planes reguladores para Huaraz, Yungay y Huarmey”, “Accesos viales al Callejón de Huaylas”, “Plan Nacional de Mercados”, Proyecto Binacional Puyango-Tumbes”, “Mercado Mayorista de Santa Anita” y muchos otros.
La dedicación de Carlos Williams al campo de la Arqueología y la Historia fue también notable. Por ello fue incorporado hace un año, a la Academia Peruana de Historia. En el discurso de presentación Duccio Bonavia le reconoció méritos equivalentes a los de los arquitectos Hardoy de Argentina y Gasparini de Venezuela, en la investigación del urbanismo y la arquitectura de los tiempos prehispánicos, con quienes, afirmó, ha dejado una obra trascendental
Entre sus trabajos más importantes allí citados, mencionemos:
- “Centros ceremoniales tempranos en los valles de Chillón y Lurín”(1985)- Catastro arqueológico, en los valles de Supe, Mala, Cañete e Ica (1974-79)
- “Arquitectura y Urbanismo en el antiguo Perú: 7000 años de historia” (1994)
- “Arquitectura ,urbanismo y construcción de los Waris”
- “El urbanismo de Chanchán” (1986-87)
- “Sukankas y Ceques: la medición del tiempo en el Tawantinsuyo” (1992)
Carlos Williams es uno de los autores del segundo tomo de la “Enciclopedia Archiologica”, editada en Italia, que abarca, en varios volúmenes, el tema de todo el mundo. Allí él trata sucesivamente “Architettura domestica”, “L’architettura pubblica” y “L’architettura religiosa” en una síntesis que abarca 12.500 años, en esta parte del continente.
Su constante preocupación por nuestro patrimonio, determinaron que Carlos Williams fuera miembro del antiguo Patronato de Arqueología y más recientemente de la Comisión Técnica Calificadora del INC.
Además de las actividades reseñadas, Williams desarrolló intensa vida académica. Profesor durante 35 años en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Arte de la UNI, llegó a ser Decano (llamado entonces director de programa) y Jefe de la Sección de Postgrado, ha sido también docente en la universidad de San Marcos, profesor de Restauración de Monumentos en el curso auspiciado por la UNESCO dictado en el Cusco, Profesor visitante en la Universidad Antenor Orrego de Trujillo, docente en el Postgrado de Arquitectura de la UNI y de la Universidad de Ciencias Aplicadas. Fue reconocido como Profesor Emérito en la UNI (1992), como Profesor Honorario en la Universidad Federico Villarreal (1997) y como Ciudadano Honorario por la Municipalidad del Cusco (1989). Miembro fundador de la Academia de Peruana de Arquitectura y Urbanismo, fue incorporado recientemente a la Academia Peruana de Historia.
Últimamente preparaba la contribución que se le solicitó para la “Enciclopedia Temática” que “El Comercio” ha comenzado a publicar. No sé si alcanzó a terminarla.
Esta es una síntesis muy apretada de la intensa e incansable vida intelectual de Carlos Williams. Pero no se puede dejar de mencionar que esa inteligencia, excepcional sin duda, estaba acompañada de una más inmensa calidad humana, de una bonhomía sin par y de una rectitud ejemplar. Conversar con Carlín era siempre aprender y era también estar necesariamente alegre.
Creo que tuve una gran suerte de tener a Carlín Williams como compañero de estudios y como colega, como socio y como amigo, también como compadre. Sobre todo como amigo.
Quienes estuvimos cerca de él lo vamos a extrañarlo porque hemos perdido su compañía estimulante. Su desaparición deja también un lugar vacío en el ámbito cultural de esta sociedad, a cuya afirmación e identidad tanto contribuyó con su obra.
En el ámbito de sus amigos la pena de haberlo perdido, se ve extrañamente entretejida con el recuerdo de sus bromas y de su alegría de vivir.
Adolfo Córdova Valdivia.
Viaje al Sur del Perú. Archivo Adolfo Córdova.
De izquierda a derecha: 1º Luis Vásquez, 2º Miguel Bao, 3º José Pomar, 4º Adolfo Córdova, 5º Julio Ferran, 6º Carlos Williams
Apreciados amigos,
ResponderEliminarEstamos realizando una investigación sobre el trabajo del Arquitecto Williams en Paraguay, concretamente, un trabajo titulado "Posibilidades del desarrollo en la región del Alto Parana", realizado en el año 1958 para la Administración de Asistencia Técnica de las Naciones Unidas. Este es el territorio hoy conocido como la Triple Frontera (Brasil, Argentina, Paraguay).
Cordiales Saludos
Nos encantaría entrar en contacto con ustedes y ver si tienen más
Hola Juan, gracias por tu comentario, como peruano, es un honor que estén estudiando a uno de nuestros referentes en tu país. Podría ponerte en contacto con su gran amigo y socio, el arquitecto Adolfo Córdova. Si te interesa, envíame un correo a: aldofachodede@yahoo.com
EliminarSaludos!
Aldo