3 de abril de 2012

REENCUENTRO CON ORIOL BOHIGAS

Por Augusto Ortíz de Zevallos

Hay en Barcelona una larga historia de conexiones entre la ciudad y sus arquitectos. Gaudí, especialmente con el Parque Guell y su arquitectura civil además de la religiosa, sin duda fue un actor clave hace un siglo, y algo más y menos, porque se sigue edificando equívocamente y con gruas su Sagrada Familia, ya banalizada sin su mano, pero convertida en icono barcelones de consumo y de foto postal obligada. Como comerse una paella, que no es de allí, pero no importa, e ir al Nou Camp, esa si catedral legitima.



Casa La Pedrera, Antonio Gaudí. Foto: Aldo Facho Dede


Parque Güell, Antonio Gaudí. Foto: John Brace

Pero no fue Gaudí el único arquitecto con notoriedad publica, y ya en su época cuando menos Domenech i Montaner, con su Palacio, Palau, de la Música , ademas de varios edificios visibles y un romantico hospital, tambien personalizó con su arquitectura simbolista, un momento clave para Catalunya.
Era su regreso al liderazgo , despues de siglos de marginacion por la España central ,aquel lo que se conoce como la Renaxencia Catalana, mezclando una intensa industrialización urbana con recuerdos de glorias medievales. Y hubo entonces otros arquitectos más, cuando menos dos importantes que añadir: Puig i Cadafalch, hiper historicista, y Jujol, anticipatorio de la modernidad.



Casa Batlló (derecha) y Casa Amatller, de Gaudí y Puig i Cadafalch, respectivamente. Foto: Mercucio


Barcelona se retrata en la ciudad física. Es un tema siempre presente. Que se debate, se cultiva, y se signa de cada tiempo.

Ya en los sesenta y mas en los setenta, la absoluta mediocridad cultural del Franquismo, y algunos referentes cercanos de propuesta cultural alternativa como Milán, habían ayudado a reclamar y a proponer respuestas desde Barcelona, además, la ciudad de las editoriales y dueña de una vieja cultura cosmopolita. Era ya un espacio de rebeldía. Y sin duda el principal catalizador de todo eso, en arquitectura, desde entonces hasta ahora, durante unos sesenta años por tanto, ha sido Oriol Bohigas. Arquitecto opinante y polemista, generó artículos, revistas, recapitulaciones, grupos de trabajo, elucidaciones sobre el pasado y discusión. Y forjó así en ese espíritu a generaciones sucesivas, dejando además en su liderazgo, amplios márgenes de opciones personales y estilísticas, con un cultivado eclecticismo, informado e intuitivo.

En los sesentas y setentas ya había publicado lecturas polémicas y no pocas criticas irónicas e irreverentes a los discursos oficialistas, tanto españoles como catalanes y catalanistas. Y a ello se sumaba entonces una reivindicación del oficio arquitectónico, el de diseñar, el de detallar bien, el de construir, el de significar, el de que la arquitectura piense y proponga.



Edificio de viviendas en la Avenida Meridiana, Oriol Bohigas - 1964. Foto: oriolvallsinferno

Me tocó, como dicen en Colombia, conocer esto de cerca. Por haberlo leído cuando buscaba referentes para mi tesis y mis opciones personales. Y porque pude trabajar con el y su oficina, dos veces. A mitad de mis estudios de maestría, escapando una temporada de Londres a Barcelona. Y apenas termine esos estudios, por algún tiempo. Entre el 73 y el 74, en tiempos quizá algo más post-modernos que lo necesario, cuando Barcelona se ponía de moda y aun no resolvía su nueva identidad.



Remodelación Edificio El Corte Inglés (Plaza Catalunya), Oriol Bohigas - 1993.

Pero fue después de esos años que los proyectos volvieron a fuentes más relevantes y sustantivas. Pensar ya no edificios y personalizarlos dentro del paisaje mediocre de esa España Franquista sino ahora pensar la ciudad, ante los retos que abría la democracia. Y Oriol Bohigas acuñó las tesis claves, que fueron enormemente exitosas.

Recuperar el espacio publico, generarlos allí donde no los había, abordar sin miedos y con obra contemporánea programas importantes en un centro histórico empobrecido y conflictuado, reabrir la ciudad al mar, reciclar las arquitecturas de diferentes tiempos, hacer que la cultura y el arte salgan a la calle, hacer que toda la ciudad se integre y deje de ser dual, y más.



Edificio en "La Rambla" de Barcelona, Oriol Bohigas. Foto: Augusto Ortiz de Zevallos

“Barcelona posat guapa”, (Barcelona ponte guapa) fue el primer lema, estemos orgullosos de nuestra ciudad, de sus barrios, de sus espacios de identidad; hagámosla entre todos.

Y le dio el libreto a los políticos candidatos a alcalde, quienes ganaron, Narcis Serra luego vicepresidente con Felipe Gonzales, y Pascual Maragall, que llegaría después a Presidente de Catalunya, y que alcalde, consiguió la sede olímpica para el 92. Entre el 83 y ese año emblemático la ciudad cambio categóricamente, lo principal fue recuperar su relación con el maltratado Mar Mediterráneo, de quien hasta entonces en la ciudad solamente se acordaba Serrat.



Foto aérea de la Villa Olímpica de Barcelona. Fuente: Google Earth

Y la otra estrategia clave fue repartir la olimpiada por la ciudad y no concentrarla. Volverla un regenerador de calidades urbanas extendidas. Y re flotar edificios y lugares de otros tiempos, ya que Barcelona los tenía.

La olimpiada de Barcelona fue magnifica y es revelador que tuvo ochenta mil voluntarios. Y además una dimensión cultural bastante mas pertinente a la Grecia que la había inventado que otros casos internacionales con mas carácter ferial o espectacular efímero, que pasadas las fotos dejaron poco a sus ciudades.



Paseo Marítimo de Barcelona. Foto: Aldo Facho Dede

Cambio la ciudad y cambio la ciudadanía: cómo entenderse con la ciudad, cómo vivirla, cómo compartirla; y no poco importante, como conseguir hacerla con una mezcla de dineros públicos y privados. Hay más categorías que leer. Públicos españoles, públicos catalanes y públicos barceloneses. Y también, privados locales así como privados internacionales. Porque Barcelona se volvió destino, que no era antes.



Paseo Marítimo de Barcelona - zona Olímplica. Foto: Aldo Facho Dede

Barcelona urbanísticamente se volvió un referente para espacios muy distintos. Londres el 2000, Puerto Madero en Buenos Aires, antes. Aix en Provence, Rotterdam, Río, hace poco Medellín, han recibido su influencia. Tanto porque el paradigma del planeamiento cambió y dejo de ser el “wishful thinking” autista que era para volverse algo estratégico, en donde hay que pactar y sumar . Y entonces entender lógicas, incluida por cierto la del mercado inmobiliario. Pero Bohigas reformulo un planeamiento ahora propositivo, decir qué hay que hacer y donde, y decirlo con claridad y simplicidad de modo ademas que la sociedad lo haga suyo, y luego negociar cómo. Ese liderazgo y sus resultados llevaron a Oriol a una sucesión de cargos y reconocimientos. Arquitecto municipal, luego Concejal, Decano de la Facultad de Arquitectura, presidente del Ateneu Catalán, siendo siempre un arquitecto y urbanista practicante, polémico además, hasta hoy.



Paseo Marítimo de Barcelona. Foto: Aldo Facho Dede

Un defensor de que hay que hacer ciudad, siempre. Y que no son ciudad muchas cosas que quieren ser espectáculos de lucimiento mas que lugares vivibles. Y es alguien a contramano de dos perversiones recientes de la arquitectura. La primera, su conversión en marcas de prestigio y repeticiones de iconos consumibles, y la segunda, las recetas tipificadas por inversionistas mas mediocres y rutinarios que imaginativos y perceptivos sobre como aparece valor.



Edificio AGBAR, Jean Nouvel. Foto: Aldo Facho Dede

Durante décadas, no solo en Barcelona y cercanías, sino en lugares como Holanda, Francia, Italia o Irlanda, Oriol Bohigas y su oficina han sido invitados a proponer como hacer ciudad allí donde hace falta recuperarlo. Y esto se ha acompañando de textos, libros y revistas, así como de exposiciones , una ultima sobre sus cincuenta años, ya sesenta , de practica profesional, en la cual uno lee claras verdades perdurables, mas allá de modas y lugares.

En sus notables 85 años de edad, Oriol Bohigas me recibe en su hermoso y emblemático despacho de arquitecto, en uno de los portales de la Plaza Real, en el corazón, culto y neoclásico de la Barcelona vieja. Plaza que había prometido recuperar cuando nadie le creía, y a la que se mudó, primero para trabajar, y luego a vivir, hace ya tiempo con su esposa la notable arquitecta paisajista Beth Gali, quien es no poco menor que el y tiene una oficina autónoma, pero que obviamente comparte más que nadie esa consciencia de las calidades de Bohigas.

Está muy entero, con una camisa roja vino y una corbata divertida, su dialogo es el de siempre, agudo, con algunas ironías certeras y generoso. Camina ayudándose a veces con un bastón para los peldaños o trepar a taxis o sortear los constantes retos físicos que una vida intelectual intensa le ponen cada día. Ese día participaba en un coloquio de homenaje a Antoni Tapies, el pintor catalán contemporáneo suyo y aliado cultural este medio siglo, muerto hace muy poco. Su texto fue sabroso y hasta lúdico, y lo leyó Oriol Bohigas en la Sala “Oriol Bohigas”, en mérito a todo lo que hizo para reactivar ese centro y sacarlo de los discursos nostálgicos para volverlo un espacio de propuestas.

Estimula verlo y saber que sigue tan activo como puede, que es mucho. Su principal socio, de siempre, y contemporáneo, Josep María Martorell tuvo algún susto y se cuida, así que no lo pude saludar. Y sigue su oficina siendo de unas treinta personas, haciendo las cosas bien. En la sala de al lado había una maqueta en trabajo, y sus socios menores discutiendo, esperando que Oriol bendiga o no, que no es poco frecuente, y entonces hay que empezar de nuevo. Porque la arquitectura es un discurso sobre el lugar y el tema, y sobre qué es la modernidad redefinida, y no una pegatina, ni solamente objetos y geometrías, que por cierto importan y mucho.

Su obra reciente lo testimonia. Y el catalogo de ella deja reconocer, en no pocos párrafos su vena, polémica, tendencial, de opciones claras.

Cenar por la noche en un restaurante que esta allí mas de cien años, con el y no pocos amigos arquitectos y diseñadores importantes, compañeros de viaje suyos, o que le reconocen ser quien es, fue un enorme disfrute, además de reencontrar la sobriedad y finura de los sabores catalanes. Del paladar y de la inteligencia. Barcelona, hermosísima ciudad con fibra y lugares poseídos de magia, se retrata en sus líderes, quienes saben que esa sucesión es un mandato. Y en este mundo globalizado, esos liderazgos fertilizan más realidades que una.

Siempre, como cree Oriol, que se asuma y entienda como reto creativo y con curiosidad abierta, esa realidad que a uno le toca afrontar y no eludir.


De derecha a izquierda Lluis Pau, Oriol Bohigas.Beth Galí, AOZ, Lluis Calvet y Jordi Garcés. Restaurant Las Siete Puertas, Barcelona.

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