11 de octubre de 2012

CONVERSACIÓN CON JORGE BURGA - LA CHIMENEA

Publicado originalmente en la revista La Chimenea
Revista de Arquitectura, Urbanismo y Construcción
Chimbote, Perú.  Julio - Septiembre de 2012

Entrevistador: Arq. Israel Romero Alamo 


 






































I.R.: ¿Por qué gran parte del trabajo que usted realiza tiene que ver con la arquitectura popular?
J.B.: Evidentemente la arquitectura popular es la arquitectura mayoritaria, es la arquitectura en donde vive la mayoría de nuestros compatriotas y yo siempre sentí que la arquitectura popular era una arquitectura desatendida. Al arquitecto no le enseñan en la universidad a trabajar en ella y tampoco se acerca ni tiene algún contacto con esta arquitectura y me parecía que eso estaba mal, que uno debía acercarse e interesarse en ella.
 
I.R.: Me parece que a la arquitectura popular, los arquitectos la terminan viendo de lejos, como bichos raros, como si fuera algo muy extraño y fuera de la realidad para la que fueron formados.
J.B.: Yo creo que la mayoría de facultades de arquitectura produce arquitectos que terminan dando servicios a una élite, a gente que seguramente en sus familias tiene suficientes arquitectos.
En realidad los bichos raros somos nosotros, los arquitectos que salimos de las universidades a dar servicios a un 10% de la población, mientras que el 90% no tiene los servicios del arquitecto, el arquitecto prefiere trabajar en un sector minoritario cuando es importante el trabajo con la verdadera población.

I.R.: ¿Cuál es el desarrollo que está teniendo esta arquitectura en el país?

J.B.: Hay dos vertientes de arquitectura popular, una es la arquitectura vernácula que es la que no pasa por manos de arquitectos, que se hace y sigue la tradición, en el Perú ésta es muy amplia ya que tenemos diversidad de culturas, nuestra arquitectura vernácula es muy rica en la costa, la sierra y la selva.
Por otro lado en este último siglo hemos visto la arquitectura popular urbana, la que a veces denominamos “chicha”, la segunda vertiente. Existe un enfrentamiento entre ellas en el sentido de que la gente destruye, por ejemplo, su casa vernácula para construir en su lugar una casa chicha. En esa lucha la chicha viene ganando ya que ha conseguido una mayor extensión y sigue avanzando y teniendo niveles más relevantes.
 
I.R.: Si esta arquitectura consigue actuar en un 90% de la población con tanto éxito ¿Qué está sucediendo? ¿Cuáles son esas fortalezas que permiten que eso pase?
J.B.: Lo vernáculo tiene ecologías interesantes, materiales y recursos del lugar, soluciones sustanciales para la climatización que responde al lugar donde se emplaza. La arquitectura chicha tiene una fuerza expresiva muy importante, tiene mucha vitalidad, sin embargo su desencaminamiento y falta de cultura la hace ver poco cultivada. La chicha  cuando no está encaminada rompe sus tradiciones y no se vincula a lo histórico, en cambio la  arquitectura vernácula es tradicional, mantiene sus patrones, es lo contrario, lo que tendría que hacerse es una fusión de estas dos corrientes, tratar de hacer arquitectura contemporánea que no afecte ni una ni la otra, que tenga la fuerza de la chicha y el respeto por la tradición de la vernácula.

Si esta arquitectura trata de tomar lo más positivo con un lenguaje contemporáneo que no solo sea de su tiempo sino de su lugar, podemos hacer una mejor arquitectura. No es lo mismo una arquitectura en el norte, en la selva o en el sur, cada una tiene sus condicionantes especiales.

Por ejemplo, Edgardo Ramírez hizo en el malecón de Ilo una arquitectura como la que te menciono, plenamente moderna teniendo en cuenta al mojinete truncado, que es una representación de la arquitectura vernácula del sur del país. Además, Edgardo hace justamente en Ilo una fusión de la arquitectura popular y vernácula en el edificio de la municipalidad de esa ciudad, la gente le puso de apodo “tutti frutti” porque tenía una serie de elementos muy ricos, la gente lo decía en sentido positivo no de manera peyorativa. Creo que fue algo valioso porque la gente se apropió de esas cosas, de su propia arquitectura, él había propuesto una cosa viva, dinámica y a la gente le había gustado, creo que ese es el camino, encontrar cosas respetuosas de la tradición y encontrar lo que a la gente le interesa.

I.R.: Y eso, finalmente, se ve reflejado en las propias obras que la gente diseña y construye, toma esas referencias y las aplica.
J.B: Sin embargo, estando por Huancayo, he visto por ejemplo, que hay gente que destruye su casa y construye arquitectura chicha con vidrios espejos verdes y azules. Esto porque tú ves que en el mismo Huancayo hay arquitectos que hacen obras así, entonces, si los arquitectos dan esos ejemplos, la población los toma y hace esa arquitectura en sus viviendas. De alguna manera somos responsables de esa irresponsabilidad.
 
I.R.: ¿Y qué se debe hacer?
J.B: Se debe proponer una arquitectura plenamente contemporánea en un país donde uno puede encontrar en cualquier lugar cualquier vestigio arqueológico, tenemos mucha riqueza arqueológica que no rescatamos, tenemos por ejemplo que trabajar con eso. Estamos dedicados a mirar la arquitectura internacional y no nos concentramos en la tarea que podía significar eso y manejarlo en un lenguaje plenamente moderno y que  interese a la población, para que ella pueda seguir ese ejemplo.
Los arquitectos debemos meternos en eso y no seguirlo negando y considerando que es una cosa de segunda mano que no nos interesa. Debemos sacar las cosas positivas.
 
I.R.: Sin embargo es un poco difícil, ¿Cómo pueden los arquitectos llegar a ese sector?
J.B.: Generar un efecto de bola de nieve, a través, por ejemplo, de los maestros de construcción quienes son finalmente los que  hacen este traslado hacia lo popular, ellos llevan el ejemplo de las maneras de diseñar, trabajar y construir y las aplican en su barrio, entonces, la transmisión a través de él es muy importante, no digo que el arquitecto no deba ir, pero quien está más tiempo ahí es el  maestro, y es quien va a sostener en el tiempo esto, no podemos pretender que todas las obras del Perú sean hechas por arquitectos.
Hay maestros que llegan con un brochure muy bien elaborado de distribuciones, fachadas y  acabados, con tejas, balcones, chimeneas, etc. La gente escoge como es que quiere su vivienda, y al arquitecto eso le parece una barbaridad, el arquitecto debería mejorar eso y saber llegar a la población.
 
I.R.:¿Qué hay de la manera de pensar de la población? Creo que es un factor importante que genera este tipo de arquitectura.
J.B.: Por ejemplo, un poblador de la selva que se viste como cualquier occidental, que tiene un carro como cualquier otro ciudadano, cuando quiere escuchar su música, se va a un local donde la escucha o se compra un cassette e igual la escucha; mantiene una cierta relación de su cultura con su forma de vida, ¿Por qué no ocurre lo mismo con la arquitectura? ¿Acaso ellos necesitan construir una cosa completamente nueva? ¿Por qué no hacemos eso en la arquitectura como ocurre en la gastronomía?, no creo que en el Perú, por ejemplo, se reniegue de la gastronomía del interior del país, al contrario, la incorporan y generan una fusión y  una mezcla interesante de lo exterior con lo propio.  Todo está con los brazos abiertos y eso ha dado el florecimiento de la gastronomía, ellos han visto eso, que la gente come de todo y han sabido aprovecharlo. En cambio en la arquitectura de los arquitectos esto no se da.

Por un lado el poblador se pregunta cómo puedo adaptar esto que tengo, una vivienda tradicional, a la modernidad, y así le genera algunos cambios, le mejora los servicios y va cambiando progresivamente. Mientras, en muchos de los casos esto no sucede, destruyen todo y empiezan a plantear una arquitectura distinta.

En la arquitectura vernácula, la gente tiene patrones y los repite, la gente hace lo que ve, pero cuando entran a la ciudad y tienen que hacer una vivienda que probablemente sea luego bifamiliar o trifamiliar ya no cuentan con mayor criterio y hacen lo que creen que deba ser. La gente termina especulando y generando errores fatales, es sin duda un trabajo difícil.

I.R.: ¿Cuál debería ser el mirar del arquitecto?
J.B.: El arquitecto debe tener una mirada culta frente a este panorama que va desde la arquitectura vernácula a la chicha y debe proponer cosas que sean agradables para esa gente, para que la gente lo vea y lo tome como referencia y pueda replicar eso.

Existe el desinterés de los arquitectos por lo que sucede acá, las mismas facultades y publicaciones siempre están mirando hacia afuera y mostrando arquitectura que los estudiantes y profesionales ávidamente toman y aplican. Creo que es importante que la gente empiece a mirar lo que tenemos, lo que hacemos y lo que podríamos hacer, hay arquitectos que sí lo hacen pero es un porcentaje mínimo.

2 comentarios:

  1. muy interesante el señalamiento que hace el señor con mucho respeto Jorge Burga Bartra sobre la arquitectura vernácula ya que no deja de tener razón en su análisis ya que la actualidad nuestros patrimonios arquitectónicos a nivel de América estan siendo desbastado por la avaricia de esa arquitectura moderna ejemplo en Venezuela, la cual tenemos arquitecto con una creatividad como el arquitecto Fruto Vivas la cual anda en esa tarea desde hace años haciendo el llamado a las nuevas generaciones de profesionales de la arquitectura tratando de rescatar esos valores perdidos.

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  2. Gracias Carlos por tu comentario y por revisar el blog. Saludos!

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