Reflexiones patrimoniales sobre el imaginario empresarial español
Ramón Gutiérrez - Julián Vásquez
Gracias a la colaboración de José Luis Salinas Lovon
¿O
inversión para quién? ¿A qué costo? Son algunas preguntas que saltan a
primera vista al contemplar el aviso publicitario que el periódico español El País incluye el día 26 de enero de 2012, relativo a la visita
del presidente del Perú, Ollanta Humala a España.
Es
Interesante ver toda la carga significativa que llega a tener una
imagen así compuesta. La utilización de un lugar Sagrado para nuestras
culturas andinas y Patrimonio para el resto de la Humanidad según
UNESCO, se “completa” con la construcción de lo que parecen ser hoteles y
oficinas con esta “envidiable y esplendorosa” vista hacia Machu Picchu.
Un futuro soñado pensado a partir del bolsillo, una propuesta que
espera movilizar y sensibilizar para la aceptación de ese imaginario,
con los argumentos de la “generación de empleo” de la “modernización” y
del “desarrollo”. Una vez más se vislumbra la intención de empresas
especuladoras y potencialmente depredadoras, cuya prioridad es sacar
partido a partir de algo que es de todos, generando un beneficio
particular y propio. De todos modos ya se están acercando y en la ceja
de selva o en la región amazónica nos anuncian que “Repsol descubre una
importante reserva de gas en la selva peruana”
Como
ésta hay muchas acciones, no solo registradas en imágenes de los
periódicos, sino también en la vida cotidiana de muchas ciudades
latinoamericanas, en las cuales un grupo, intenta utilizar a su “mejor
provecho” lugares de importancia cultural, paisajística, histórica o
arquitectónica, sin reparar en medios con tal de conseguir su propósito.
Son tiempos en los que se empieza a borrar los límites entre los
resultados de la inversión y la destrucción, de valores que no
pertenecen meramente al orden económico y a la generación del lucro
emergente. Preguntarnos ¿quien asume las pérdidas de los valores que no
se miden como una rentabilidad contable? . La utilización del
patrimonio, en este caso una “marca” de la imagen del propio Perú, para
desarrollar este tipo de proyectos es indicativa de la impudicia con la
cual se acude a diversos medios para instalar una posibilidad de
rentabilidad sin importar el agravio que se hace al sitio, a los valores
que el mismo implica y al propio país que busca defender su patrimonio
con escasos recursos y muchas veces sin acertar plenamente en las
modalidades de defensa del mismo.
Hace
años que se quiere sobreexplotar el conjunto de Machu Picchu y colocar
hoteles en su proximidad, vinculados por teleféricos y otros elementos
de accesibilidad que destruirían sin dudas la calidad del emplazamiento y
el paisaje. Pero nada tan descarado como el Aviso publicitario de
bienvenida que le ofrecen estas empresas al Presidente del Perú. Muchas
veces los estudios previos a grandes proyectos de alto impacto ambiental
se escatiman para evitar los gastos del estudio, diseño y ejecución de
la obra, se prefiere, como en este caso, prefigurar un imaginario
convincente. En efecto, a lo imponente del sitio y la naturaleza se le
coloca en competencia un conjunto de torres que adquieren la fuerza
impactante de la “nueva idea”.
Ante
la protesta nos podrán decir que ellos no tienen intención de hacerlo
de esa forma, que simplemente es un anuncio publicitario, una
composición de diseño “creativa”. Pero no, no hay espacio para estas
“ingenuidades”, cuando estos imaginarios no respetan lo preexistente
nos muestran que es posible que haya detrás del aviso publicitario
quienes piensen que pueden hacer surgir de la foresta del conjunto estas
torres de cristal. Los conocemos, luego nos hablaran de “la
complementación por contradicción” o quizás “de la ampliación del
escenario por la duplicación del Huayna Picchu por los vidrios espejados
de las cajas de cristal”. Nadie mencionará los padecimientos
industriales del sur peruano por sus carencias de energía ni de cómo se
abastecerían estos edificios en lugares de difícil acceso.
Estamos
en estos tiempos viviendo las movilizaciones que las comunidades
realizan para proteger sus paisajes y sus recursos naturales afectados
por la mega minería, ahora aparece esta franja de inversiones turísticas
que comienzan a dañar irremediablemente a los centros históricos y a
los conjuntos arqueológicos amañados para el “consumo” turístico.
Curiosamente
en la imagen se ven los nombres de grandes empresas españolas, en la
búsqueda de revivir antiguas épocas de conquista económica en estos
tiempos de crisis europea. Sabemos que buena parte de sus ganancias son
generadas en América Latina como demuestran sus balances económicos de
los últimos años pero no creemos necesario que destruyan nuestro
patrimonio para ello. Cabe aclarar que no estamos en contra de la
inversión, sino tener ideas claras para saber dónde y cómo se puede
invertir. Solamente exigimos un profundo respeto por nuestro patrimonio
en cualquiera de sus escalas. Respetar también lo que hemos consolidado
de nuestros paisajes culturales que son parte del imaginario colectivo y
por ello generadores de valores de nuestra sociedad.
Lamentamos que un aviso publicitario con este imaginario haya sido publicado con el auspicio de dos periódicos de importancia en la formación de opinión cultural, como son El País de España y La República del Perú. Ojala tengamos más respeto con las inversiones y menos efectos de destrucciones. La imagen propuesta es absolutamente inaceptable.
Lamentamos que un aviso publicitario con este imaginario haya sido publicado con el auspicio de dos periódicos de importancia en la formación de opinión cultural, como son El País de España y La República del Perú. Ojala tengamos más respeto con las inversiones y menos efectos de destrucciones. La imagen propuesta es absolutamente inaceptable.
Publicidad publicada en el diario El País |
No hay comentarios:
Publicar un comentario