11 de agosto de 2014

CONCURSO MACHU PICCHU - MENCIÓN DE HONOR

CONCURSO DE IDEAS PARA LAS INTERVENCIONES EN EL PARQUE ARQUEOLÓGICO NACIONAL DE MACHUPICCHU  
MENCIÓN DE HONOR  

Alberto Fernández Dávila + Aldo Facho Dede + Pablo Llopis + Ana Abalos + Luis Felipe Díaz + Rosa Elena Fernández Dávila + Gonzalo García-Granero + Eduardo García-Granero + Jordi Marset

 



























Trabajamos nuestra propuesta sobre tres conceptos que consideramos fundamentales: 
  1. El sentido del conjunto de ser la nueva puerta de entrada a lo que llamamos la "experiencia Machu Picchu", que no es solo la visita a la ciudadela, sino a un conjunto de vestigios arqueológicos y parajes naturales.   Eso nos llevó a proponer un nuevo sistema de movilidad que reconozca esa condición de "inicio y fin" que hoy se da en la entrada misma de la ciudadela. 
  2. La conciencia de nuestra temporalidad en un espacio cargado de historia milenaria.  Eso nos llevó a pensar una arquitectura ligera y sumamente respetuosa, que pudiese ser removida cuando deje de tener sentido, sin que ello afecte su entorno físico y natural.  
  3. La utilización de sistemas constructivos ligeros, que puedan ser trasladados y montados generando un mínimo impacto ambiental.


 …Y el aire entró con dedos
de azahar sobre todos los dormidos:
mil años de aire, meses, semanas de aire,
de viento azul, de cordillera férrea,
que fueron como suaves huracanes de pasos
lustrando el solitario recinto de la piedra.

Alturas de Machu Picchu, canto VI
Pablo Neruda, 1950



El santuario de Machu Picchu es un monumento de 600 años de antigüedad. Desde 1983 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Es, indiscutiblemente, uno de los puntos de mayor interés histórico de Sudamérica, y por ese mismo motivo, una atracción turística a nivel mundial que convoca a decenas de miles de visitas cada año.

Trabajar a los pies de este monumento, una obra maestra de la arquitectura y la ingeniería, implica no sólo respetarlo, sino entenderlo y preservarlo. Entender su cultura, su arquitectura y su ingeniería es fundamental para dar una respuesta contemporánea acorde a ellas.

La andenería desarrollada por los incas a lo largo del Valle Sagrado irradia una gran fuerza. Cuando uno camina por ella siente intensificada la sensación de firmeza y belleza intemporal que emana de los macizos rocosos sobre los que fueron construidos.  En las profundidades del valle, rodeados de la densa vegetación, el paso desde la selva cerrada al espacio abierto generado por los andenes, nos descubre cómo la simplicidad de este gesto genera la vida. Los picudos techos construidos sobre ellos no alteran la fuerza expresiva de la horizontalidad de las plataformas.

A los pies del santuario, teniendo como fondo el río Vilcanota, y como techo la selva calurosa y húmeda, no existen largas visuales y se pierde el sentido de la orientación. El visitante levanta la cabeza buscando aire y luz, tratando de vislumbrar las ansiadas ruinas; quizás Hiram Bingham sintió lo mismo. Los restos de un andén inca ocultos entre el follaje nos hablan de la permanencia eterna de Machu Picchu.

No, no podemos competir con las ruinas. No podemos alterar el potencial intrínseco de la arqueología, ese poema abierto del cual apenas podemos aspirar a ser un verso.

Apoyado sobre el sistema de andenes pétreos, el museo de sitio debe posarse con delicadeza, suspenderse, ser una estructura liviana y silenciosa, casi invisible. Debe asentarse muy ligeramente sobre la tierra, debe ser una construcción que estará en pie dando respuesta a las necesidades previstas 50 o 100 años, la antítesis deliberada a la permanencia de Machu Picchu.
Una edificación que al regresar de nuevo a la tierra, deje en el lugar únicamente los andenes, vestigios de una civilización perdida.


 









MATERIALIDAD Y SOSTENIBILIDAD

Es necesario aprender del patrimonio vernáculo para construir una arquitectura verdaderamente sostenible. Se propone un proyecto con amplios espacios abiertos protegidos de la lluvia; cubiertas elevadas y grandes aleros que garanticen una amplia ventilación natural, apoyadas sobre zócalos resistentes a la humedad y con un sistema de canalizaciones abiertas para conducir el agua de lluvia.

El empleo de materiales extraídos del lugar como la madera y el granito, no sólo reducirán los desplazamientos de material, minimizando el coste tanto económico como medioambiental de las obras, sino que pasados por el tamiz de soluciones técnicas contemporáneas, harán que estas nuevas construcciones empaticen con el paisaje natural donde se ubican.



PROGRAMA

El contraste de formas y el constante cambio de alturas entre las plataformas y las cubiertas, dan como resultado espacios de gran riqueza arquitectónica que al mismo tiempo son capaces de adecuarse a los distintos usos previstos en el complejo.  Los pesados muros de las viviendas incas son sustituidos por un bosque de esbeltas columnas, entre las que un juego de volúmenes interiores debajo de las cubiertas protectoras, ordena y distribuye el programa desde el acceso.

La discretización de los planos de las cubiertas y la descomposición en tres volúmenes del complejo (museo de sitio, centro de investigación, viviendas) logra reducir la escala del proyecto. La cubierta principal, recoge el programa de acceso masivo, para ir poco a poco, pasando de los usos más públicos a los más privados, finalizando en las viviendas de los trabajadores del parque ocultas ya a los turistas por la densa vegetación.  La diferenciación de los requerimientos del programa y el lugar se apoyan mutuamente para activar y hacer memorable la experiencia de la cultura y el paisaje, unificando naturaleza y artificio e intensificando la experiencia Machu Picchu.


 

















RECORRIDOS

Un museo es siempre un recorrido. En este caso, el entorno es igual de importante que lo que se exhibe, el museo de sitio es pues, sólo un espacio de acogida previo a disfrutar la Experiencia Machu Picchu.
Las cubiertas de madera suspendidas sobre las plataformas, tamizan la luz de la misma forma que lo hace la vegetación. Avanzan y retroceden, guiando el recorrido y descubriendo al turista la fuerza de los objetos encontrados al mismo tiempo que percibe la sobrecogedora belleza del enclave.

El comienzo de un andén inca y la imponente silueta del Huayna Picchu reciben al visitante a su llegada al complejo. El museo, con su fachada hierática de madera se torna un elemento más del paisaje. 


El recorrido museístico comienza en el centro de interpretación, un espacio techado exterior abierto sobre el río Vilcanota, que permitirá al turista entender el monumento y su historia, inmerso en su contexto natural. A continuación, las salas de exposición tienen como fondo de perspectiva el primer andén inca y sus sarunas que, bañadas por la luz de la selva, son el preludio de la inminente visita al santuario. El recorrido turístico acaba en la sala de audiovisuales donde un video introduce la gran experiencia Machu Picchu, antes de proceder al ascenso a la ciudadela bien sea caminando o en autobús. La plaza posterior, o Plaza de las Orquídeas, es así al mismo tiempo un punto de encuentro y de partida para el visitante. En ella se ubica la cafetería, el auditorio, el acceso al orquidiario y al centro de investigación presidido por las vitrinas con la exhibición de las últimas piezas arqueológicas recuperadas.

Tras la visita a la ciudadela, los visitantes ya exhaustos, bajan del autobús, pasan por delante de la tienda, y se deslizan junto al muro inca que les dio la bienvenida y que los lleva ahora de vuelta a la plaza de acceso.  



 













FLUJOS TURÍSTICOS

Tras analizar la lógica sistémica de los flujos turísticos del Santuario, se entiende el Museo de Sitio como la nueva puerta de entrada para la Experiencia Machu Picchu. Para ello, es necesario optimizar el sistema de movilidad vigente, evitando que este nuevo equipamiento situado a mitad del recorrido se constituya en una parada forzada y molesta para el ansioso visitante que espera descubrir la majestuosidad de la ciudadela. Se propone desdoblar el sistema en dos circuitos independientes, uno que conecte Aguas Calientes con la Plaza de Acceso al Museo de Sitio, y otro que parta de la Plaza de las Orquídeas (plaza de salida) y llegue a las puertas de ingreso a la Ciudadela.


De esta forma el Centro de visitantes deja de ser una parada obligada, y pasa a ser una gran puerta de entrada: todos los visitantes iniciarán y concluirán su experiencia en este complejo. Con esta propuesta, todo toma sentido: la parada, el recorrido, los servicios, las plazas, la cafetería, la tienda… y empieza a funcionar como un sistema urbano y turístico. 


Pero como todo sistema, debe contemplar también alternativas de solución o implementación, por ello proyectamos una vía que conecta ambas plazas (plaza de Acceso y plaza de las Orquídeas) para que el flujo de autobuses pueda eventualmente ser continuo manteniendo el sistema actual de flujos turísticos.


Vista del ingreso a la Experiencia Machu Picchu




Vista del ingreso a la Experiencia Machu Picchu

Museo de sitio, de fondo se pueden ver los andenes incas.

Terraza, cafeteria y restaurante con vistas al Vilcanota.

Vista desde los pabellones de investigación hacia la Plaza de las Orquideas, punto de salida hacia la ciudadela.

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