"Yo estudié en la UNI, cuando nacía la Facultad de Arquitectura. En ese momento, la Agrupación Espacio introdujo la arquitectura moderna. Y todos los profesores eran 'instituciones’: Córdova, Agurto, Cayo, 'Cartucho’ Miró Quesada y otros. Paralelamente, entré a trabajar al Ministerio de Fomento", recuerda.
Usted construyó grandes proyectos del primer gobierno de Belaunde.
Lo que tengo que contarle es ¿cómo fue posible que un arquitecto de 26 años pudiera hacer la Residencial Matute y, después, la primera etapa de la Residencial San Felipe –las cuatro torres–, la obra más avanzada de urbanismo hasta hoy? A lo que ya le conté sume que yo era el mejor alumno de mi clase. Mi promoción se llamaba Belaunde, quien trató de venderle mi tesis –el Centro Cívico– a Rockefeller. O sea que a mí me sacaron de Fomento y, con dos motocicletas, me llevaron a Palacio a explicarla (ríe).
Ok. ¿Cómo hizo todo eso tan joven?
Fue un momento de entusiasmo nacional. Mis profesores eran de la Junta de la Vivienda, mis compañeros trabajaban en varios proyectos. Había arquitectos privados buenísimos. Hicimos un viaje a Brasil, donde levantaban Brasilia. En los 50, Latinoamérica era el centro de la arquitectura mundial.
¿Cuál era la idea con San Felipe?
Era una competencia por la idea más avanzada. La idea era tener las cuatro torres (la primera etapa) y, al final del terreno, otras cuatro y, entre ambas partes, una gran armazón lineal . Cada sistema de cuatro torres era una entrada a esta ciudad. Ahí están las tiendas, el lugar de reunión (el Ágora). Hay alturas dobles y triples por todas partes y calles aéreas porque era una puerta. Es increíble que, con 26 años, me hayan dejado. Cuando visito San Felipe, se me pone la carne de gallina. Con toda la fama y prestigio que tengo ahora en Europa, no me dejarían hacer algo así.
¿Por qué no se hizo la idea original?
Se pidió densificar el proyecto. Iba a ser un gran parque. Pero, incluso así, San Felipe tiene 75% de área verde. En Lima nadie vive así. Ni los que tienen plata. Excepto los que viven lejos o en ciertos lugares de Miraflores y San Isidro.
Es un lugar espectacular...
Y la gente lo siente así. Quizá no entienden por qué, pero es como si uno se sintiera bien ahí. Por eso los chicos de ahora y los de antes iban a jugar. ¿Y por qué pasa esto? Porque es un sitio constituido, es urbano. La gente no es tonta, tiene un sentido urbano.
Usted hizo una carrera en Europa.
Llegué a Francia y me dijeron para enseñar. Mayo del 68. Revolución. Metieron al clóset a los profesores viejos y sacaron al frente a los jóvenes. Me agarraron –yo apenas sabía francés, pero dibujo bien, básico para explicar– y me hicieron profesor intocable. Luego obtuve el Premio Nacional Francés, en el 83. En principio, fui a Europa por mi mujer. Ella me jaló. Puede verse: lo mío ha sido tener mucha suerte.
Antes quisieron hacer un supermercado que rompía la arquitectura de San Felipe. Los vecinos lo evitaron. Ahora, el alcalde quiere cambiarlo...
El diseño está inscrito. No puede tocarlo ni el alcalde. Pero la permanencia de una obra depende de sus habitantes; si no, el mundo de hoy se la traga.
Usted se reunió con los vecinos.
Les dije que me parece que el municipio quiere hacer cambios porque algunos vecinos se quejan de los chicos jugando con patinetas. Yo digo que es mejor que los chicos jueguen. Hace 15 años había muchas drogas. Estas cosas hay que recordárselas a los vecinos. Una señora se me acercó y me dijo: “¿Usted hizo esto? ¡Qué gusto! San Felipe y yo hemos pasado cuatro terremotos juntos”. Fue lindísimo. Yo puedo explicar la arquitectura, pero los vecinos la sienten. Por eso llevé a mis estudiantes, para que vieran que se pueden hacer propuestas de calidad y que la gente las va a apreciar.
Ver nota completa: www.peru21.pe
No hay comentarios:
Publicar un comentario