29 de agosto de 2014

CONCURSO MACHU PICCHU - 1º PREMIO

CONCURSO DE IDEAS PARA LAS INTERVENCIONES EN EL PARQUE ARQUEOLÓGICO NACIONAL DE MACHUPICCHU  
PRIMER PREMIO

Michelle LLona, arquitecta
Equipo consultor: Rafael Zamora + Maria Alejandra Linares + Lucía Weilg  


 
 











INTENSIONES DE INTERVENCIÓN
TRES TECHOS TRIANGULARES

 
Los techos triangulares se asoman entre los árboles y guardan bajo la nave de la estructura de madera, los espacios públicos más importantes del museo de sitio. Bajo el primer techo, el auditorio, la cafetería y la tienda: bajo el segundo techo, la recepción, la boletería y las salas de exposición; bajo el tercer techo, las áreas sociales del área de residencias. Cada techo adquiere su forma en relación a las lluvias y a la dimensión del programa, y su posición en relación al suelo y las preexistencias. 

Los zócalos donde apoyan estos techos contienen los espacios menores en dimensión pero con igual intensidad de uso que los públicos. Entre muros gruesos se protege a los que estudian y sirven al lugar. En el primer zócalo, la administración, los talleres de investigación, los depósitos de piezas y los servicios para el personal de trabajo; en el segundo zócalo, las habitaciones y los servicios comunes.

La ruta de ascenso a Machupicchu aparece en el primer instante, desde el cruce del río Vilcanota, para recibir y marcar el acceso a las ruinas. Este es el recorrido corto e introductorio al parque arqueológico; es una secuencia de situaciones espaciales interiores y exteriores, que vincula arquitectura y paisaje: acompaña la caminata hasta pasar en puente sobre la plaza principal, es recibido bajo uno de los techos triangulares, acogido en la boletería, conducido por la doble altura de las salas de exposición, continuando por una pasarela al aire libre, entre los arboles con vista al rio Vilcanota y en balcón sobre el orquideario, para finalmente dejar al turista en la plaza de subida donde nuevamente puede tomar el bus. En este punto parte también la ruta alternativa peatonal hasta las ruinas.

El suelo se redibuja optimizando los niveles existentes para distribuir tres plataformas lisas que enmarcan y acompañan los restos arqueológicos. El primer suelo establece la ruta de los vehículos, apartando las vías de las ruinas y delimitando el espacio para los tres techos que componen el conjunto. El segundo suelo es amplio y crea la plaza principal que acompaña y articula los andenes existentes habilitando una horizontal pública, y articula los volúmenes del área de recreación y el área de exposición del museo de sitio. El tercer suelo crea un piso nuevo sobre el andén más alto y más privado, donde se dispondrán las residencias y espacio para los trabajadores del parque arqueológico.

La pre-existencia es el paisaje, y solo éste se conserva, como escenografía geográfica e histórica y cultural. Los tres techos, los zócalos, la ruta y el suelo, acompañan y dejan espacio para que la pendiente, el río, los árboles y los restos arqueológicos sean parte del nuevo museo de sitio.
 














26 de agosto de 2014

ALDO FACHO DEDE EN ARQUITECTURA EFERVESCENTE 2013

ARQUITECTURA EFERVESCENTE - II Congreso de Arquitectura Joven en el Perú
Conferencia a cargo del arquitecto Aldo Facho Dede


26 y 27 de setiembre del 2013 
Centro de Convenciones SCENCIA. Lima, Perú.

Organización: ESPACIO 24 
Arq. Francis Espino Shardín



 

20 de agosto de 2014

CONCURSO MUSEO NACIONAL - 2º PREMIO

CONCURSO DE IDEAS PARA EL MUSEO NACIONAL DEL PERÚ
SEGUNDO PREMIO






















El Museo Nacional del Perú es una gran oportunidad;  para el país, una oportunidad de consolidar una conciencia nacional; para la arquitectura, una oportunidad para mirar hacia el futuro con base en el pasado.
El edificio, situado en un lugar geográfico sensible con vista al santuario de Pachacamac, propone resolver la dualidad de todo proyecto arquitectónico: su vivencia programática y su lectura exterior. Propone representar con emoción el enfrentamiento con la historia, la preservación de la memoria.
La propuesta evoca algunas de las características de la arquitectura precolombina  peruana: superficies de materia continua de grandes dimensiones, lisas y constantes, geometría abstracta (construcción con barro); la individualidad de sus componentes, su carácter singular en el paisaje (construcción con piedra).
La idea del proyecto es crear un paseo urbano animado y museográfico, por medio de una estructura modular flexible  –planta libre–  marcada por el ingreso de luz natural. El tamaño de los espacios y su agrupamiento puede regularse según las necesidades y las evoluciones programáticas.
Entre los componentes más importantes del edificio está la Plaza, abierta y democrática, con un tejido compuesto por pavimento y vegetación característica de la costa;  la Rampa, espacio ceremonial que conecta los dos niveles públicos destinados a las exposiciones;  y el Cubo, conformado por una celosía que evoca Chan Chan y nos recibe invitándonos  a descubrir  los misterios de nuestro pasado.

 








La materialidad del edificio está configurada por muros de concreto expuesto (materia continua, atemporalidad de la piedra) y planchas de cobre (uso ancestral).
El Museo Nacional del Perú explora los vínculos de la arquitectura y la cultura autóctona como una posibilidad de reconstruir el tiempo y la memoria con un lenguaje arquitectónico contemporáneo. El museo se convierte de esta manera en una proyección del tiempo, un tiempo físico pero también emocional.















































18 de agosto de 2014

CONCURSO MUSEO NACIONAL - JAVIER ARTADI

CONCURSO DE IDEAS PARA EL MUSEO NACIONAL DEL PERÚ
Javier Artadi, arquitecto
































UN MIRADOR PARA EL LUGAR
UN ESPACIO PÚBLICO PARA LA CIUDAD
UN MUSEO NACIONAL PARA EL PERÚ 

Revelando el Lugar
La ubicación donde se construirá el Museo Nacional combina un hermoso paisaje natural característico de la costa desértica peruana con una inmensa área arqueológica, donde se encuentra el magnífico santuario de Pachacamac. Desde la direccionalidad de los volúmenes principales del proyecto hasta el uso de grandes terrazas-mirador (desde donde se puede ver el santuario, el desierto y el Océano Pacífico) la propuesta busca revelar y valorar el paisaje natural y cultural circundante. 

Un Gran Espacio Público
La disposición de “brazos abiertos” del volumen principal de las salas de exposición genera un gran espacio abierto interior, una cancha/plaza abierta hacia la pendiente de la topografía del desierto. La cancha/plaza es un espacio de llegada y reunión, un lugar donde se desarrollarán eventos artísticos, culturales y folclóricos. 

Arquitectura: ingrávido - no ingrávido
Se ha destinado para el programa central del museo (las salas de exposición) un volumen alargado en forma de “L”, un volumen permeable en su materialidad exterior que en parte está suspendido y en parte apoyado. Los demás volúmenes contenedores del resto del programa, operan más bien como masas ancladas a la tierra, sensación amplificada visualmente gracias a la inclinación de sus muros.  

Una Experiencia Cultural y Arquitectónica 
La propuesta busca que la experiencia del visitante sea rica y variada, combinando áreas techadas con áreas al aire libre, con escalas y alturas diferentes, una experiencia de descubrimiento y aprendizaje de nuestro pasado cultural pero también de nuestro paisaje natural y de nuestra cultura viva.  
El museo es más que un museo.

















14 de agosto de 2014

CONCURSO MUSEO NACIONAL - LUIS LONGHI

CONCURSO DE IDEAS PARA EL MUSEO NACIONAL DEL PERÚ














El Museo de la Nación recoge la memoria de culturas que se han desarrollado dentro del territorio del Perú como estado moderno. Estas culturas representan diversos grupos humanos que a lo largo del tiempo han aprendido a adaptarse a los diferentes entornos naturales de este territorio y así, han formado una gran diversidad de paisajes culturales. Sin embargo, la nación peruana aún se encuentra en proceso de construcción. Los diversos grupos que la constituyen no conforman una identidad única.

Este proyecto intenta recoger la idea del Perú como una nación en construcción, formada por una diversidad de pueblos con características particulares que comparten un territorio común. 

Es así que el proyecto, enclavado entre el mar, el desierto, el valle y las montañas andinas, hace una venia al Santuario de Pachacámac, complejo arqueológico que ilustra la superposición de una variedad de comunidades humanas que han ocupado este paisaje. Los inicios de esta ocupación datan de casi dos mil años, y continúa en el presente. Intentamos rescatar los procesos de adaptación de aquéllos que habitaron este lugar antes que nosotros, así como de los que lo ocupan espontáneamente en la contemporaneidad.

El Santuario de Pachacámac, centro de culto al Dios precolombino y creador del universo, es un lugar donde comunidades humanas se han ido asentando y lo han adoptado y re-adaptado a sus necesidades. El desarrollo del valle de Lurín, por un lado, compuesto de asentamientos informales que llegan a la zona intangible del complejo arqueológico protegido, y por otro lado, de asentamientos formales, en su mayoría ocupados por grupos con mayores recursos económicos, representa una constante disputa por el espacio. Nuestro Museo de la Nación intenta ser un espacio de diálogo y encuentro entre esta diversidad de comunidades que componen el Perú. 

 





































CONCEPTO

Nuestra intención es recuperar la relación entre el paisaje y la materialidad de la ocupación arquitectónica. Adoptamos el método constructivo usado por estos diversos grupos superpuestos como el símbolo de nuestra nación en construcción: el adobe es la pieza elemental de la arquitectura de este proyecto.

El proyecto toma la metáfora de una excavación arqueológica: diez adobes emergen en el paisaje, como recientemente descubiertos, y ordenados para el inicio de una construcción. Estos edificios de 30m x 60m x 12m - materializados en concreto - albergan el programa del Museo. Estos bloques sólidos, asociados a la diversidad de identidades culturales, se vuelven permeables a través de una textura de entradas de luz. Huellas en el desierto que recuerdan a las plazas ceremoniales, plataformas y rampas de la arquitectura pre-hispánica de Pachacámac, funcionan como espacios públicos y de acceso a estos edificios.

Las diversas escalas de adobe que se usan en la textura de estas edificaciones relacionan el Museo con su contexto, con la textura de los asentamientos antiguos así como de los recientes. La tierra del entorno se reordena en plazas, en la arquitectura del Museo, que a su vez se convierte en una pieza componente de la textura de la ciudad.

Los edificios se dirigen hacia el Santuario gracias a su orientación en sentido noroeste-sureste. En el transcurso de la visita, al salir de un espacio privado, se accede a uno liminal, desde donde uno puede encontrarse con el Santuario visualmente. Separados por espacios de luz, los bloques se comunican a través de puentes y circulaciones que conectan las exhibiciones del museo. Estos entrelazamientos entre los adobes representan los puntos de encuentro e intercambio que generan un diálogo entre las diversas identidades.

El acceso al museo se da en la plaza de bienvenida, donde los visitantes desembarcan, ya sea llegando por medios públicos o privados. Este espacio público está compuesto por rampas y una gran plaza, la única materializada en concreto, pues cubre los estacionamientos. Desde el estacionamiento, semienterrado, se accede a las plazas, verticalmente a la plaza de bienvenida y horizontalmente a la sucesión de plazas interiores, con las que se conecta visualmente desde sus tres niveles.

A través de una gran rampa que parte desde la plaza de bienvenida, se accede al vestíbulo del edificio (Espacio de Acogida), donde se encuentran los puntos de información y venta de entradas. A partir de allí, el visitante se puede dirigir a las exposiciones, biblioteca, teatro, talleres, cafetería o a las zonas administrativas.

El Espacio de Acogida se encuentra en el adobe de vidrio, el único adobe transparente, que contiene un espacio único, de espacialidad múltiple, que es el corazón del proyecto, y desde donde se orienta al visitante. Desde este “adobe de vidrio”, se percibe el Santuario con las islas y el océano como fondo, generando  una relación visual directa donde la geometría del espacio intenta enmarcar la relación con el pasado invitando a un “dialogo sin tiempo”.

Las exposiciones ocupan los edificios en forma de circuitos cíclicos, horizontales, verticales, lineales, ó una combinación  de ellos, haciendo desembocar al visitante en el vestíbulo. A éste se llega desde diferentes alturas, a través de puentes y extensiones que salen de las exposiciones y otros espacios que vienen desde los adobes contiguos, algunos a manera de espacios de descanso y contemplación siempre previos o adyacentes a las exposiciones.

Desde el vestíbulo se llega a una sucesión de plazas públicas donde se dan actividades sociales al aire libre: el anfiteatro, la cafetería, y las terrazas. A diferencia de la plaza de bienvenida estas son extensiones de la tierra: esculpidas en tapial, conectan la tierra del entorno natural con el proyecto arquitectónico que lo ordena. Desde esta sucesión de plazas se llega a un mirador, desde donde se puede observar el conjunto integrado por el Santuario de Pachacámac, el Museo de la Nación, el mar, el valle y las montañas, haciendo al visitante sentirse parte del paisaje.

La vegetación que acompaña estas plazas está diseñada como una geometría que ordena los recorridos marcando a través de fuentes y espejos de agua, los hitos de las plazas. El mobiliario fijo es acompañado de árboles que generan sombras para espacios de descanso y contemplación.

La textura de los materiales, del concreto de los edificios, el tapial de las plazas, contrasta con las zonas verdes, como el desierto contrasta con el valle.

 
















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